La rifa de la discordia
- miércoles 10 de agosto de 2016 - 12:00 AM
Temprano en la mañana del domingo y luego de lavar y tender las diez canastas de ropa de su marido y sus hijos Eneida llamó a la presidenta del club pro ahorros de fin de año, Yami, quien le recordó que ese domingo jugaba la rifa del reloj de ricos.
El recorderis de los boletos del club navideño preocupó a Eneida, porque no había vendido nada ni tenía plata para pagarlos. ‘Eso no es problema, mami, yo me baño y salgo enseguida a venderte todos esos boletos, ya verás que regreso pronto y con todos vendidos', dijo Randal y antes de las ocho de la mañana salió con los cien boletos, que poco a poco fue colocando porque todo el mundo tenía la esperanza de lucir, por un dolita, un reloj de ricos. Le faltaban solo quince boletos cuando se topó con una vecina, quien le tumbó el ánimo de la venta. ‘Ay, don Randal, usted tan buen mozo no debe andar por ahí vendiendo rifitas y pendejaditas, eso se deja para un feo, pero un tipazo como usted, oh, Dios, no le luce, y menos gritando ese pregón ‘póngase un reloj de ricos con un dolita', se nota que su mujer no lo aprecia ni un poquito, mire que ponerlo en ese ridículo, ponerlo de rifero a usted con esa pinta de rico, venga a mi casa a que nos tomemos un cafecito, etc.', le dijo la exuberante mujer, pero Randal se sintió tan avergonzado que la dejó hablando sola y regresó a su casa.
‘No voy a vender ni un boleto más, eso no es trabajo para hombres machos', le dijo a su mujer, quien salió enseguida a vender lo restante porque la presi Yami la había llamado dos veces para que se reportara con la ‘actividad'.
Apenas Eneida iniciaba su venta cuando se encontró con el marido de Yami; el hombre aprovechó la oportunidad y le soltó un par de piropos: ‘Cómo es posible que su esposo permita que una belleza como usted salga a vender una rifa, eso está correcto para una fea, pero es pecado mandar a una lindura como usted a gritar por las calles ‘luzca un reloj de ricos por un dolita', ese man está descocotado o qué, es imperdonable, deme esos boletos y llámeme pronto', anunció el vago y le pasó los quince dólares.
El tema de la rifa del reloj de ricos no hubiera tenido trascendencia si la suerte, que es loca y cualquier puerta toca, no hubiera favorecido al marido de Yami, quien se quedó calladito y craneando cómo explicarle a su mujer que él le había comprado el boleto ganador a Eneida. Prefirió quedarse callado y esconder los boletos mientras los días pasaban y se le ocurría algo, pero su mujer amaneció complacida y decidió lavarle las zapatillas. El grito de sorpresa se oyó en varias calles y la gente corrió a ver qué pasaba, de manera que cuando Yami comprobó en su cuaderno que esos boletos eran de Eneida fue airada a reclamarle. Se dijeron un par de frescas y luego se dieron un par de puñetes hasta que llegó Randal y las apartó, pero cuando supo el porqué del conflicto, llegó a la casa de Yami a asolearle al marido, quien se defendió como hombre, por lo que el asunto pasó a instancias legales y terminó en doble divorcio, porque a Randal no le hizo ninguna gracia que el marido de la presidenta del club le comprara tantos boletos a su mujer, y a Yami le golpeó el alma que su esposo no le comprara ni medio boleto a ella y que, encima, le cogiera de su plata para comprarle tantos boletos a otra…
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Propaganda: ‘Póngase un reloj de ricos con un dolita'
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Indignado: ‘Eso no es trabajo para hombres machos'