Rifa cachimbona

En los albores de las fiestas patrias, a cualquier pana le sale su venita de comerciante, muchos ya andan comprando el ñame para salir a vender 
  • domingo 18 de octubre de 2015 - 12:00 AM

En los albores de las fiestas patrias, a cualquier pana le sale su venita de comerciante, muchos ya andan comprando el ñame para salir a vender sancocho y otros ya afilan la cuchilla de hacer raspado para sacarle el chenchén al que se asolea para mirar las piernazas de las pelaítas que aprovechan la ocasión para exhibir sus abundancias. Linda llevaba noches desvelada porque ‘octubre no va caminando, sino corriendo, y lo que viene bajando es noviembre, y acechando en una esquina está diciembre'. ‘Dios y yo no he completado para el juguete de mi nieto', pensó una tarde y sacó la vieja pollera; la desempolvó y la lavó según recomendaciones de la vecina: ‘Métala en agua de lluvia con bicarbonato y después usted me echará un cuento'. La operación rejuvenecedora fue exitosa, el traje nacional quedó como de paquete y Linda anunció: ‘A tres palitos el número'.

A las dos ya Linda no era la dueña de la pollera, que gracias al ánfora de la fortuna pasó a manos de Viodelda, quien recibió su premio y con él en la mano caminó hacia su hogar. En el camino se topó con Zuny, quien se la compró en 50 dólares. Esa misma tarde se divulgó en el barrio que esta había vendido por ‘guasap' la pollera en 300 dólares. Enseguida la llamó Viodelda para preguntarle si eso era cierto. ‘Quién te dijo eso', contestó Zuny. ‘Tu marido lo dijo en el minisúper', gritó la otra y aquella gritó ‘Jacintoooo, ven acá'. El hombre acudió corriendo, preocupado porque su mujer lo llamara con tanta urgencia. ‘Ya la trabó una culebra, he dicho que cierren las puertas apenas cae la tarde', decía a gritos el pobre hombre que en su casa nunca había mandado más allá de sus calzoncillos.

Su mujer lo rellenó como un chorizo por haber divulgado lo que era un secreto familiar. Jacinto pareció despertar de un largo sueño y la paró: ‘a quién ch… de tu madre le estás hablando, fíjate bien cómo es que me vas a hablar a mí, yo no soy tu hijo ni tú me pariste', le dijo y le amagó tan cerca de la cara que Zuny dio un grito de muerte. No conforme con el chillido salió al patio de la casa a pedir auxilio; enseguida acudieron a mediar Viodelda, su marido y otros vecinos. ‘No venga a joder acá que su mujer es la culpable del problema entre mi mujer y yo así que llévesela, que no quiero verla en mi casa', dijo Jacinto a quien todavía no se le bajaba la rabia por el regaño de Zuny y quería desquitarse con quien se le pusiera en frente. El otro se llenó la cabeza de ideas y malinterpretó el comentario de Jacinto, al que le cayó a golpes que fueron devueltos con la misma velocidad. En un momento quedaron enfrentadas también las dos mujeres, Viodelda con los 50 dólares en la mano le exigía a Zuny que le devolviera la pollera. ‘No quiero tratos contigo, coge tu plata y me la entregas o yo la saco del cuarto', decía. Y como no se la daban, entró y la sacó.

‘Vas a ver ahora si eres más macha que yo para llevarte esa pollera', gritaba Zuny mientras forcejeaba con Viodelda por la posesión del vestido, pero la otra no estaba dispuesta a dejársela quitar y rodaron por el piso cada una aferrada a la tela almidonada. ‘Que nadie se meta, que mi mujer se va a comer a esa flaca bochinchosa', decía Jacinto y el marido de aquella se le abalanzó, pero varios lo detuvieron pidiendo que los dejaran concentrarse en la pelea femenina.

Media hora después, el combate seguía parejo y vino Linda, la rifera, y las apartó, cogió la pollera revolcada y le dio tres dólares a Viodelda ‘coja lo que me pagó por el número y yo me llevo mi pollera, hagan de cuenta las dos que yo nunca, pero nunca he rifado el traje típico panameño'. Se fue dejándolos boquiabiertos…

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Receta: Métala en agua de lluvia con bicarbonato para que se despercuda.

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Lisa: Cámbiame ese tono y ese discurso que no soy tu hijo.

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