Lo pusieron en cintura
- miércoles 05 de febrero de 2020 - 12:00 AM
Cuando entra enero, se ve el cambio en la vegetación, el clima, las mañanas son más oscuras y anochece más temprano; ni hablar del sol, producto de la estación seca se torna insoportable y afecta la salud, al exponerse a él sin ninguna protección.
En ese período Inician también las actividades deportivas, tanto para los pequeños de la casa como sus padres. Roberto, le gustaba jugar el softball, ya que en su infancia había practicado el béisbol en categorías menores y lo tenía como pasatiempo favorito los fines de semana y en algunas ocasiones durante la semana.
Podía caerse el cielo literalmente, pero no dejaba de asistir religiosamente al cuadro de juego a compartir con sus amigos compañeros del equipo; que luego de la jornada comenzaban a refrescarse con algunas espumosas bien frías para soportar el incandescente sol y bajar las altas temperaturas.
El hombre, los fines de semana, dejaba compromisos en el hogar pendientes y le dedicaba poco tiempo a la familia por irse a jugar; ya que trabajaba en una institución del gobierno en horario de 8 a 4 de la tarde, de lunes a viernes.
Durante la semana, su esposa, que se dedica a las labores del hogar y atender a sus cuatro vástagos, le dijo que quería que el próximo domingo los llevara al río, en Panamá Este, a compartir con la familia y pasar un momento de tranquilidad y paz, escuchando el ruido de la corriente de las aguas.
Cuál fue la respuesta de Roberto, que no podía acompañarlos porque el juego era muy importante, que jugaban la semifinal y por consiguiente no podía faltar, por muchos que le rogaran, dijo expresamente que no, en otra ocasión.
A la esposa no le quedó de otra que quedarse en casa y esperar que su esposo regresara en la tarde, algo tomado, e iniciar la semana de trabajo nuevamente.
No conforme con la decisión de su esposo, ella, conversa con él nuevamente, que los niños estaban de vacaciones y querían salir a pasear, que si podía llevarlos. No obstante la respuesta fue negativa; al escuchar detenidamente la esposa, se llena de valor y le dice, que para él que era más importante, los juegos o la familia, y que si esto seguía así, que evaluara lo más importante, porque ella ya tenía una decisión tomada.
A lo que el esposo le contesta que porqué iba a tomar esa determinación, que él quería que mantuvieran el matrimonio y cumplir con el juramento que hicieron al cura, de amarse hasta la muerte.
Acordaron que el seguiría yendo a sus juegos, solamente un día a la semana y que el tiempo libre restante, lo iba a dedicar a ella y a los niños.
Con la decisión tomada por ambos, las cosas mejoraron en la familia, hasta el punto que ocasiones ellos acompañaban a Roberto a los juegos y las malas caras y las discusiones, que formaban por cosas innecesarias, desaparecieron.