La pomposa Luisa
- sábado 15 de mayo de 2021 - 12:00 AM
Luisa, conocida por muchos como la otra, siempre pasaba sola. Ella salía todas las mañanas de los sábados a caminar al parque para recrearse y ver qué nuevas cosas se enteraba. Si figura de glúteos grandes y cadera chata llaman la atención de todas las barbies que también acudían al lugar.
Aquel tercer sábado del mes, cuando llegó a su rutina, se encontró que las barbies que cautivaban la atención de su cuerpo voluminoso, se encontraban reunidas en la banca izquierda del parque. Una de ellas, con pantalón corto ajustado a las piernas y cabello largo ondulado, sollozaba sin cesar.
El incidente captó la atención de Luisa, pero no sabía cómo llegar para conocer mayores detalles. Intentó estirar un poco su cuerpo, pero debido a su exceso de grasa limitaron su intención, por lo cual tuvo que conformarse con sentarse y divisar el inesperado suceso.
Mientras los minutos transcurrían, inesperadamente se acercó a Luisa una dama de la tierra de Bolívar y le preguntó si venía asiduamente al parque. Extrañada, pero con ganas de obtener información sobre la Barbie que lloraba, Luisa respondió afirmativamente y agregó que para ella representaba una receta contra el estrés, porque le permitía relajarse y saber muchas cosas ajenas, como el suceso de la llorona.
En otras palabras, venís porque la vida de las otras personas te agrada y te entretiene, comentó la chama. Agregó que eso era la antítesis contra el estrés y que mejor debía dedicar tiempo a quemar el exceso de grasa que se acumulaba en sus pompis y a mejorar su salud.
Aquella expresión no fue del agrado de Luisa, quien rápidamente increpó a la chama por atrevida y confianzuda. Le dijo que el parque era abierto y que venía a relajarse. Además, le recordó a la extranjera que se ubicara porque ella estaba fuera de su tierra y evitara una deportación.
El intercambio de palabras y el tono de voz elevado entre las dos fue tomando fuerza al punto que una pareja de jóvenes habían sacado sus celulares para captar la trifulca del parque que habían iniciado ambas mujeres
La mañana tranquila y la suave brisa que corría en ese momento habían desaparecido para dar paso a la efervescencia iniciada entre Luisa y la chama. La situación se presentó más interesante cuando la chama le advirtió a Luisa que dejara de esta vidajenenado a las otras personas, porque esas barbies que estás interesada en conocer más de ellas y saber por qué solloza una de ellas, son mi prima y mi hermana. Y me cansé que cada mañana que vienes aquí al parque es para comentar pendejadas de todas nosotras. Nadie es culpable que tu vida de gorda y nalgona frustrada te impida tener un marido a tu lado. No tenemos culpa las extranjeras que tengamos más caldo que tú y atraigamos las miradas de hombres que quieren pagar el momento.
Luisa, con el ceño fruncido y cabreada con los improperios de la chama atrevida, levantó primero su trasero izquierdo y luego su derecho, los movió con orgullo, y antes de acabar la plática y retirarse del lugar, solamente dijo: no tendré maridos, ni cuanta vaina alardeas que tienes, pero prefiero ser así: vidajena y todo, antes que una ramera que vende su (...) por unos cuantos dólares.