Marido juguetón
- sábado 05 de enero de 2019 - 12:00 AM
El primer sábado del año, los habitantes de Paitillita se enfrascaron en un revolcón que comenzó cuando Rosalba, la mujer de Mauricio, le preguntó a Cantalicia cómo seguía su hijo, y la dama se volvió iracunda y la jamaqueó al tiempo que le gritaba: ‘No me preguntes ni v… por la salud de mi hijo, que tu marido y nadie más es el culpable de que mi pobre Ramoncito esté entre la vida y la muerte allá en el hospital, y dile al huev… ese que la está pagando, y que si mi hijo no sale de esta, lo voy a joder, y bien jodido, para que nunca más se le olvide de la desgracia que le ocasionó'.
Quedó Rosalba en cero, sorprendida y sin habla, cómo era posible que acusaran a su marido de ser el causante de que Ramoncito se envenenara el segundo día del año, y que por esa razón estuviera moribundo en el hospital. Empezó a contárselo a quienes se encontraba, siempre enfatizando en que el pobre Mauricio estaba trabajando en el momento en que Ramoncito bebió el veneno, y así se fue casi que casa por casa llevando el mismo cuento, victimizando a su marido, y proclamándolo como el inocente del año; no tardó en llegarle el cuento a Cantalicia, quien voló a la casa de Rosalba, con la suerte de hallarla a medio camino: la mujer había pasado media mañana en las afueras del minisúper del barrio contándole a todos la ‘canallada' que querían hacerle a su pobre marido.
No fue que Cantalicia la agarró desprevenida, sino que Rosalba no la creía capaz de arriesgarse a probar la mano pesada de la que ella era dueña, así que la reclamante logró conectarla al primer intento y, cosa rara, la sentó encima de las cajas vacías que el dueño del comercio mantenía siempre en ese lugar. Dos segundos para reponerse de la sorpresa y otro para levantarse necesitó Rosalba para reaccionar y agarrarla por el pelo, sacudirla sin piedad y sonarla sin parar con las manos abiertas; todo este castigo mientras Cantalicia le reiteraba que Mauricio fue, es y será el responsable de la muerte de Ramoncito. Tuvo Rosalba que darle un cafá en plena boca para que la madre del moribundo se callara, y lo hizo porque de su boca manó sangre y con sangre en la boca nadie puede articular palabra.
Fue cuando intervinieron el dueño del comercio y los otros clientes, se necesitaron dos hombres para sujetar a Cantalicia que con la boca sangrante, la melena revuelta y la cara arañada intentaba soltarse para atacar a Rosalba, a quien cinco caballeros de variadas edades, de tercera edad los más, y dos mujeres se la veían a gatas para contenerla. Allí batallaron hasta que llegaron los muchachos del orden y las aquietaron con solo decirles: ‘Las dos están muy creciditas para estar peleando manduco, dedíquense a otra cosa ya'. Cantalicia acusó de inmediato a Rosalba: El marido de ella es un asesino. ‘Eso es con el juez de paz, silencio', le ordenaron, y cuando llegó el turno de hablar, allá en la casa de paz, Cantalicia reiteró la acusación y declaró que su hijo, Ramoncito, de 46 años, estaba moribundo por beberse un veneno, y por culpa del marido de esa, que le dijo el Día de los Inocentes, que la ex de mi hijo le mandó a decir que quería que se reconciliaran para Año Nuevo. Claro, mi pobre niño se llenó de muchas ilusiones y cuando la llamó para conversar, la cabrona le dijo que jamás había pasado por su mente semejante locura. Por eso se envenenó, por culpa del marido de ella, decirle esa inocentada a mi hijo lo tiene al borde de la tumba. Dejó a Rosalba sin palabras, cabreada estaba ella de advertirle a su hombre que hay temas que no se usan para jugar ese día, y le pidió disculpas a Cantalicia, a quien no le tembló la mano para acusarla de haber maltratado y casi matado a una representante de la tercera edad. Quedó Rosalba pagando multa, indemnización y otros gastos por culpa de su marido jugador de inocente mariposa.