Las cochinonas

Las socias se reunieron para amasar la harina de las hojaldres que venderían en el bingo. Simultáneamente movían las manos y la lengua, ...
  • miércoles 12 de febrero de 2014 - 12:00 AM

Las socias se reunieron para amasar la harina de las hojaldres que venderían en el bingo. Simultáneamente movían las manos y la lengua, despellejando a los hijos ajenos, sobre todo Lina, cuyas palabras siempre eran imprudentes y listas para hacer daño. ‘Yo oí decir que la hija de Tuto lo aflojó hace rato, es más, también escuché que el papá del pelao es de por aquí mismo’, repitió por enésima vez y carraspeó.

‘Deja de hablar tanto’, le contestó Tania, ‘fíjate que le cae saliva a la masa y eso es antihigiénico’, añadió e hizo una mueca de asco, lo que enfureció a Lina. ‘Sabes qué, ch…, no vuelvas a decir esa vaina, si le cae saliva a la masa, eso después se fríe, además yo no tengo ninguna enfermedad como algunas que andan por ahí bien talladas, pero bien podridas, porque acaban con cuanto ‘&?’ encuentran’. Y siguió hablando del embarazo de la hija de Tuto y de los maridos que traen enfermedades a la casa.

Luego quiso probar el punto de sal de la masa y agarró una bolita, se echó la mitad a la boca, devolvió el resto, probó y se lamió los dedos que enseguida metió otra vez en la harina diciendo: ‘Échenle media libra más de sal’.

‘¿Saben qué?’, dijo Tania, yo no sigo en esta vaina, es injusto venderles a los clientes unas hojaldres baboseadas. Lina soltó la masa. Se quitó la sortija, le limpió todos los residuos de harina y los puso en la batea. Y con las manos en la cintura y amenazante le gritó a Tania: ‘¿Sabes qué, condenada?, no me busques la lengua, que esta sabe muchas cosas que sí te darían asco de verdad, acuérdate que la mía no tiene pepitas ni su dueña miedo de cantarle la verdad a cualquiera’.

‘Ya dejen la pelea y sigamos con las hojaldres’, insistió tímidamente otra socia. ‘Tú no te metas, que también tienes cola que te pisen’, le gritó Lina, y siguió despotricando contra los vecinos infieles, borrachos y que traen enfermedades a casa. Cuando se cansó de vociferar quiso meter la mano otra vez en la masa, pero las socias le dijeron que ya estaba lista. ‘Ya dije que le falta un par de manos y se la voy a dar’, dijo y la destapó, pero Tania le arrebató la batea y la puso en un lugar alto. ‘Va pa’l piso esa hp masa’, aseguró Lina y la bajó mientras decía: ‘Pronto te quedas viuda, pendeja, yo lo supe por mi comadre que trabaja de blanco’.

La ofendida no supo qué decir, pero sí supo poner contundentemente la mano cerrada en la nariz de su rival, quien trastabilló y cayó sobre la masa regada. Allí la agarró para someterla, pero esta se defendió como gata tinaquera boca arriba y pronto empezó a dominar el combate, por lo que intervino otra socia tratando de apartarlas. En el intento recibió una trompada de la enfurecida Lina, por lo que se la devolvió cuadriplicada. Indignada por los golpes aquella se levantó y le gritó: ‘Te dije que no me buscaras la lengua, tu hijo es el causante del embarazo de la pelá de Tuto y ahora voy a la Policía a acusarlo’. No tuvo que ir a ningún lado, porque un vecino ya había llamado a la gente que protege a este pueblo panameño.

La presencia de los policías desató la lengua de Lina, quien acusó a varios vecinos: a unos porque vendían cerveza y cigarrillos, a otros por la venta de chances clandestinos, al pelao que embarazó a la hija de Tuto y a varios porque estaban robando luz y tapas de alcantarillas. ‘¿Y su marido qué?’, le preguntó un policía. ‘Él no se mete en nada ilegal, su único defecto es que no puede salir a trabajar porque se marea en los metrobuses’, contestó la mujer, feliz porque a varios los subirían al patrulla.

‘Oficial, dijo una vocecita tímida, el marido de ella es el quinto hombre que ustedes no encontraron la noche en que mataron al chinito de la bodega’. El policía contestó casi enseguida: ‘Yo sabía que mi vista de águila no me había fallado, estaba seguro de haber contado cinco esa noche’. Y no sintió compasión por los lloros de Lina, que tuvo que ver a su marido, el único que iba esposado, en el bonchao de los que iban a da un ’paseíto’ en el patrulla.

comments powered by Disqus