A lo hecho, pecho

Jonás andaba bien cabreado porque en la casa se lo negaban todas las noches 
  • domingo 06 de marzo de 2016 - 12:00 AM

Jonás andaba bien cabreado porque en la casa se lo negaban todas las noches, un día cualquiera, Juanita, la esposa, llegó de la cita de control del embarazo y le comunicó a rajatabla que el médico había dado orden terminante de que ni siquiera la tocara hasta cinco meses después del nacimiento del primer hijo de ambos, que apenas llevaba tres meses de gestación. Al hombre se le cayó la mitad del mundo y la lengua se le puso perezosa; pasó toda la tarde llorando hasta y contando los días que faltaban para volver a comer cuca. Fue al anochecer que recuperó el habla y le preguntó a su mujer si el doctor había dicho que aunque sea le podía dar una tocadita, pero Juanita no tuvo piedad de él y le contestó en sílabas: Na-da ni u-na to-ca-di-ta na-da de na-da. Y añadió ella cuando lo notó inseguro: ‘Viste, si hubieras ido conmigo al médico tú mismo hubieras oído todo de primera mano'.

‘A lo hecho, pecho', pensó Jonás para consolarse y decidió, para amortiguar el sufrimiento y evitar cualquier tentación, irse a dormir con ‘Sultán'. Allá amaneció el domingo, entregado a su pena y hasta allá fue Juanita a avisarle que se iba para el salón de belleza porque quería cambiar de pelinegra a rubia y ponerse unas mechas y también cambiar el color de las cejas, etc.

‘Dil a la del salón de belleza que te dé un poquito de tinte para que también te pintes la mota', le gritó Jonás a su mujer y siguió durmiendo hasta que reaccionó y se levantó airado: ‘Cómo que le hace daño dármelo, pero no le afecta ponerse un tinte', pensó y le gritó a ‘Sultán': ‘Tú vas a ver, amigo, tú vas a ver cómo la encaro ahora mismo y la traigo arrastrada de los pelos rubios'. Salió enseguida directo al salón de belleza, donde halló a muchas mujeres con cara de ansiedad y en espera del turno para embellecerse. ¡Dónde está mi mujer!, gritó Jonás y le quitó el secador de cabello a una de las trabajadoras. Con el aparato en la mano, amenazó a las presentes con quemarles la mota si no le decían dónde estaba Juanita, quien se animó a salir de donde estaba escondida y lo enfrentó, envalentonada por la presencia de las otras mujeres ávidas de ponerse bonitas.

‘Aquí estoy y qué es lo que traes', le gritó mientras ondeaba su cabellera rubia ante los gritos iracundos del marido condenado a estar lejos de la paila para no hacerle daño al bebé. ‘Eso es lo único que te duele, verdad, pero no te importa mi sufrimiento, solo te interesa el sexo y que los demás nos vayamos al carajo', gritaba Juanita, quien no se percató de que su esposo había agarrado un secador de pelo encendido y se lo ponía a ella en la cabeza. Muchas manos salieron a moverse en diferentes direcciones y las voces airadas dominaban el recinto y los alrededores. Una mujer que en ese momento esperaba que le pintaran las uñas se levantó y le metió una zancadilla a Jonás, que se volteó y le amagó tan cerca de la cara que ella se asustó y se fue para la casa a decirle al marido que Jonás le había pegado.

El hombre salió violento apenas supo que le habían pegado a su mujer y llegó desafiando a Jonás, quien no reculó y se le cuadró; el faitin llevaba media hora y eso preocupó a la dueña del salón, ya que en el suelo había de todo, artefactos y productos rodaban destrozados o derramados. Una cliente, de esas expertas en riñas, agarró un secador conectado y lo puso al máximo, para darles un par de candelazos a los revoltosos en las partes nobles, solo así lograron separarlos. Hasta el corregidor, cuando oyó los descargos, estuvo de acuerdo en que ese médico que dio la orden de prohibirle el sexo a una recién embarazada debería ser algún galeno chimbo.

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Exagerada : ‘El doctor me prohibió el sexo hasta que el bebé cumpla seis meses de

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Parejo: Píntese los de abajo también, no solo las cejas y el cabello.