Esto es lo que a ti te falta

Los tres primeros días fueron de pura acción, nada parecía perturbar la dicha de la nueva pareja
  • lunes 09 de abril de 2018 - 12:00 AM

Generosito fue el primer nieto de la familia materna, y el primer sobrino de siete tías, también por el lado de su madre Lucila, cuyo padre le prohibió rotundamente casarse de nuevo, siempre con el temor de que viniera un loco a querer enderezar al nieto al que habían malcriado demasiado. Pero en el ir y venir de ella al trabajo apareció Remigio, el buenazo con cheque abundante y soltero tras ser violentamente sacado del libro de los casados cuando su mujer se le fue con otro y lo dejó solo con los dos hijos procreados juntos y los dos de adelanto que trajo ella.

Eran muchos los años de orfandad conyugal cuando conoció a Lucila y enseguida sintió el llamado del vientre y el campanazo del corazón.

Para el padre de Lucila fue una noticia devastadora, y le pidió a la hija que les dejara a Generosito, que se fuera ella sola para la casa de Remigio, pero este no aceptó argumentando que ‘madre que a su hijo no cría no será madre, sino tía'; al don se le llenaron los ojos de lágrimas y pidió que nunca se le ocurriera hablarle fuerte al niño, pues en doce años de vida el ‘niño' solo había recibido mimos y consentimiento, lo que le provocó al pretendiente ganas de decirle que no hay mayor error que consentir demasiado a un hijo, sobre todo si es varón, pero se arrepintió porque quería tener cuca segura y en sus 18 años de soltería forzada nunca se había entusiasmado tanto con ninguna dama como estaba ahora con Lucila, quien también andaba con la mente y el abdomen calientes por la hambruna marital que databa de cuando concibió a Generosito, acto que fue el único recuerdo sexual que guardaba: fue uno solamente, el primero en la vida de ella, quedó embarazada y el causante desapareció para siempre.

Los tres primeros días fueron de pura acción, nada parecía perturbar la dicha de la nueva pareja, los hijos mayores estaban en la universidad y regresaban al atardecer, y Generosito andaba en un viajecito con una tía, algo programado antes del matrimonio de su madre, quien suspiró profundo cuando días después regresó su ‘niño', que nada más hizo entrar a la casa y formar una pataleta porque le pusieron horario de estudio, tiempo en el que debía entregarle el celular a su madre ‘para que se concentrara'.

Dos días después ya empezaba la crisis en el hogar, ni los hijastros de Lucila ni el propio Remigio veían con buenos ojos las actitudes de Generosito, quien le gritaba a la madre y si esta no lo complacía se enfrascaba con ella en un tú a tú que asombraba a los otros miembros del hogar. ‘Tú cállate que tú, gracias a Dios, no eres mi papá', le gritó el pelao a Remigio cuando este le dijo que no le hablara groseramente a la mamá. El incidente provocó que la hija mayor de Remigio interviniera y severamente le anunció al chiquillo: ‘Cállate tú, y no vuelvas a decirle eso a mi papá, porque te voy a romper la boca, malcriado'.

Quince días después, tras muchos incidentes difíciles, el chiquillo empujó a Lucila tras forcejear porque esta le quitó el celular que no había soltado en todo el día; aprovechó que la madre trastabilló y soltó el aparato. ‘Jajajá, sabes que conmigo no puedes', gritó Generosito burlón, y se tiró en el sillón a chatear indiferente al frágil regaño de la madre. ‘Es que tú no entiendes que los jóvenes sí sabemos vivir, tú no, porque eres una vieja loca, desfasada y ridícula que no comprende a la juventud de hoy', le gritó Generosito a Lucila, por lo que Remigio, cabreado de las malacrianzas, se quitó la correa, la sonó en el sillón y se le acercó a Generosito diciéndole: ‘Esto es lo que a ti te falta'.

Lucila soltó un grito amenazante: ‘No lo toques, lo tocas y me voy de aquí'.

Remigio, hombre de carácter, solo dijo: ‘Vete ya', y le metió cinco correazos a Generosito, el ‘malcriado'.

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