¿Error?

Juancho había sido su víctima, por lo que ahora vivía rogándole al calendario que moviera las piernas
  • viernes 07 de octubre de 2016 - 12:00 AM

A Lucifer no lo domina le pereza, ese trabaja las 24 horas y sale a recoger a los que andan con las hormonas alteradas, esos son sus favoritos, aquellos que no pueden ver a una dama con un pantalón chuchón porque quedan mojados.

Juancho había sido su víctima, por lo que ahora vivía rogándole al calendario que moviera las piernas, porque estaba harto de la cocinadera diaria, castigo que le había impuesto su mujer, Yomira, por una canita al aire que él se tiró unos días antes de que feneciera el 2015, y que ella descubrió por una foto de una cuca peluda, ancha y gordita que a él le envió su amante con un mensajito: ‘esta es la tuya, papi, esta es la que a ti te pone a gozar, sí o no, a que no te atreves a negarlo'. Por ese mensajito, Yomira le armó un revolcón que casi lo deja en la lista de los divorciados; le tocó a Juancho hincar rodilla y hasta llorar para conseguir el perdón, que vino acompañado de un castigo: ponerse el delantal todo el 2016. A veces se desesperaba y recogía sus muleles para regresar al hogar paterno, donde a los del sexo masculino les está terminantemente prohibido arrimarse a la estufa. Pero no se iba por ‘los pelaos', que estaban aún en primaria.

Despertarse los viernes era un suplicio para Juancho, quien llegaba a duras penas al fin de la jornada, cansado de madrugar cinco días consecutivos a cocinar, ese día lo tentó Morfeo y se fue de largo cuando sonó la alarma. Igual le pasó a la bella Yomira, quien despertó antes y la tentación la pilló desprevenida mientras miraba feliz y arrechona el miembro erecto de su marido. ‘Ese es mi hombre, no cualquiera tiene un marido con semejante manduco', pensó y decidió tomarle una foto para que sus compañeras vieran esa monstruosidad de varón. Ya estaba lista para fotografiar al animalito cuando el sonido del wuasap en el celular de Juancho la tentó, y leyó. ‘Me dejaste molida, estoy a base de analgésicos'.

¿¿¿¿¿¿QUIÉN ES ESA PUTA??????, gritó y sacudió con tanta fuerza a Juancho que logró desprenderlo del dios de los sueños. El hombre, con un ojo cerrado y el otro abierto, quedó sentado en la cama preguntando a quién habían pillado con paquetes de ‘Doña Blanca'.

¿Quién es esa zorra? ¿Quién te mandó esta vaina y con qué derecho?, gritaba Yomira. Cuando Juancho leyó el desatino presintió que era un error de dedo, y se lo hizo saber a su mujer, quien no aceptó la explicación y lo obligó a llevarla al trabajo para que la compañera autora del chat, la tal Selene, le ‘aclarara' todo.

‘Yo no soy ninguna pendeja, oíste, no soy ninguna pendeja ni me mamo los dedos', gritaba Yomira cuando iban camino al trabajo de él, donde Juancho buscó a Selene, quien, cuando oyó la queja, se mostró sorprendida por el mensaje y dijo ‘debió ser una equivocación, algo que le ocurre a cualquiera, o no me diga que a usted nunca le ha pasado'.

Los nervios de Yomira, alentados por la conciencia que no andaba muy inocente, tambalearon un poco y un par de lagrimitas convenció a Selene de que había dado en el clavo, por lo que se retiró del lugar y puso tierra de por medio. Cuando Yomira se repuso, se le abalanzó al marido y le exigió que fueran a hablar con el jefe. ‘Quiero que la bote', le gritó al mandamás apenas entró a la oficina, pero el hombre estaba acostumbrado a los gritos femeninos y no se alteró. ‘Salga de mi oficina que yo no me meto en líos de marido y mujer', le ordenó, pero como Yomira estaba demasiado descompuesta armó un berrinche descomunal y mandó al piso todas las carpetas que el gerente tenía en su escritorio. El hombre, sin levantar la voz, ordenó que la sacaran de su despacho y también que botaran en el acto a Juancho, ‘por su falta de carácter para controlar a la esposa'.

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