El sueño
- sábado 05 de noviembre de 2016 - 12:00 AM
Ese viernes, Renato salió de su hogar dispuesto a cumplir la orden de su mujer, quien le exigió hablar con el jefe para que le adelantara el décimo. Llegó puntual al trabajo, pero el gerente no lo atendió enseguida. ‘Vuelva más tarde', le dijo el mandamás, por lo que Renato empezó su faena con la esperanza de que, por lo menos, lo atendería y le daría una respuesta positiva. Mientras, en otro departamento de la misma empresa, Milka les contaba a las compañeras que estaba con el clítoris congestionado por un sueño erótico. Ellas le exigieron que se los contara de cabo a rabo y con pelos y señales. ‘Íbamos en un carro, Renato manejando y yo al lado, toda seria, pero, de repente, casi nos accidentamos por culpa de un perro, por el frenazo, yo, no supe cómo, quedé con la mano encima de su vaina, que estaba que echaba humo, me gustó y dejé mi mano allí hasta que él me dijo con la respiración entrecortada, tócala que está violenta, está lista para quien la necesite. Me calenté también y le dije ay, tú sí eres, Renato lindo, mira que enseñarme esa cosa a mí que soy viuda. Entonces, me lo tocó a mí y yo, pobrecita, quedé que era ‘aguas para qué las quiero'. Nos fuimos así hasta un paraje solitario y allí mismo empezamos, yo gritaba como loca cada vez que se lo miraba, musculoso, firme, grueso, largo, fibroso, nunca he probado uno así, pero cuando estábamos enredados escuchamos la sirena de un patrulla, por lo que dejamos la cosa a medio palo, pero sí les digo que quien ve a Renato todo flaco y se hala tremendo manduco'.
Algunas, en cuanto Milka terminó el relato, salieron al baño, y otras le pidieron que les contara otra vez el sueño. Estaban así, con el rostro sonreído en torno a la narradora, que a cada versión le añadía detallitos eróticos, cuando llegó la jefa del departamento y les exigió decirle los porqués de la vagancia. La lisa de siempre le contó lo que no debía, y, contrario a lo que esperaban todas, la jefa se puso histérica y las reprendió duramente. Enseguida mandó, a toda la empresa, una circular que prohibía las tertulias, el cafecito de las diez y todo lo que oliera a malgastar el tiempo que la empresa les pagaba puntualmente. La notita inquietó a varios que a través del celular indagaban el motivo del memo. ‘Dicen que por culpa de Renato que no sé qué fue lo que tuvo con Milka', se rumoraba por todas partes hasta que la noticia llegó al afectado, quien se mostró sorprendido e inmediatamente inició las investigaciones. Cuando supo la verdad, se echó a reír nerviosamente, pero los que estaban cerca le dijeron que le pusiera atención al caso que ‘nadie sueña lo que no ha estado antes en su mente'. Los cuentistas que le llevaron la versión del sueño a Renato le añadieron detalles que lo animaron a acercarse a la viuda Milka para cortejarla. Fue la mano de Satanás la que armó el despelote. Iba Renato a hablar con el jefe para pedir el adelanto del décimo cuando se topó frente a frente con Milka que se dirigía al baño. Ambos se saludaron maliciosamente. Él miró ese trasero de feria perderse en el área del baño y olvidó que siempre había sido un caballero. Tocó antes de entrar a los baños contrarios y la encontró detrás de la puerta. La besó arrebatado y ella le correspondió; en segundos estuvieron casi que listos para la acción, pero Milka no era de las que comen sin ver o tocar. Y lo que tocó la sorprendió: una cosita de nada, totalmente opuesta a la que ella vio en el sueño. Se enfureció y lo mandó al carajo enseguida, pero ya Renato estaba encendido, y la quiso forzar. Los gritos de ella atrajeron a otros. Lo despidieron de inmediato y ella lo acusó de intento de violación.