Capitán de botones

Todo sucedió en un hotel lujoso de la capital, cuando Helmer, un turista, se encontraba con su esposa Janeth de visita en nuestro país p...
  • miércoles 18 de agosto de 2010 - 12:00 AM

Todo sucedió en un hotel lujoso de la capital, cuando Helmer, un turista, se encontraba con su esposa Janeth de visita en nuestro país porque le habían indicado que Panamá era un paraíso de las mujeres más lindas del mundo, con playas, ríos y montañas para disfrutar de la vida, y que las sonrisas son gratis.

Se alojaron en una habitación con vista hacia la vía principal, donde se podían apreciar la ciudad de Panamá y su bahía, pero como estaban cansados, prefirieron descansar para al día siguiente iniciar su travesía por el istmo.

Al día siguiente, Adalberto, quien es el capitán de botones del hotel, les recomendó su novia Soraya a la pareja de turistas para que fuera la guía por los lugares que querían conocer, por lo que empezaron por el Casco Viejo, Panamá La Vieja y los centros comerciales de la ciudad, donde hicieron compras para los otros viajes en el interior de Portobelo, Colón, Volcán y Tierras Altas en Chiriquí y otros poblados del país. Aprovecharon para untarse de barro en El Valle de Antón, bueno para eliminar la celulitis, ya que ambos son mayores de 60 años y la piel la tienen bastante desgastada.

En otras ocasiones, Janeth se quedaba en la ciudad porque como es propio de las mujeres, prefiere ir de shopping que estar viendo monumentos viejos. Por su parte Helmer y Soraya se hicieron buenos amigos, ya que cada vez que ésta lo complacía, aquél le daba propina de diez dólares.

Llegaban tarde al hotel, donde esperaba impaciente Adalberto, prometido de Soraya, quien tenían previsto casarse a finales de septiembre, por eso estaban guardando dinero para la fiesta y otras cosas propias de los matrimonios, como muebles, cama y estufa.

Al día siguiente, Janeth no podía ir a la gira a la playa de Punta Chame porque amaneció mal del estómago, lo que alegró a Soraya, porque así el turista le daba excelentes propinas por el simple hecho de ponerse una tanga, al proponerle dejarse tomar algunas fotografías en la arena.

La propina aumentó a 25 balboas, por dejarse besar y tocar el cuerpo, inclusive por permitir besitos en los erectos senos le dio 50 dólares.

Todo esto sucedía a espalda de Adalberto, no así de Janeth, ya que había planeado las giras con una mulata panameña como regalo de boda de plata que cumplieron los dos y por eso el viaje a Panamá.

Pero en el hotel otra cosa sucedió, cuando Janeth se fue con otras turistas a comprar a los grandes almacenes Adalberto estaba libre, situación que aprovechó.

Elmer dejó entrar a Soraya a la habitación, a quien le ofreció 200 dólares por hacer lo que vino hacer a Panamá. La hermosa mujer era una mulata de piel bronceada, senos erectos como señorita de 15 años, nalgas paradas como potranca dosañeras y para qué hablar de sus labios, carnosos y atrevidos, que obligan a hacer otras cosas que no son besos solamente.

Ambos estaban dándose vueltas en una cama redonda y giratoria, desnudos como vinieron al mundo, pero Adalberto había cambiado de turno con otros compañeros, por eso pensando que estaban planeando otra gira les llevó comida, abrió la puerta y se sorprendió al ver a su prometida en posición atrevida, disfrutando lo que nunca había hecho y que el gringo aprendió en Irak con algunas camellas.

Se formó el ‘revulú’ porque Adalberto jaló por los moños a Soraya, mientras que el turista llamó a seguridad, que llegó y cargó con los peleones hacia la estación de policía.

Soraya fue despida del hotel por el escándalo que hizo, Adalberto salió libre bajo fianza porque el turista lo acusó de quererle robar y la pareja regresó a su país, pues se le cumplió su deseo de tener una mulata entre sus brazos como regalo de la boda de plata.

De Adalberto y Soraya se ha sabido más, pero se conoció que no habrá matrimonio, porque la mujer sigue como guía de turistas en otro hotel y el hombre no consigue trabajo ni como mesero, en ningún hotel del país, aunque tenga título de capitán de botones.

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