La bruja de salsipuedes

Era una mujer que no creía en nada ni en nadie, pues en dos ocasiones sus propias amigas le habían bollado sus maridos, por eso ahora qu...
  • martes 05 de abril de 2011 - 12:00 AM

Era una mujer que no creía en nada ni en nadie, pues en dos ocasiones sus propias amigas le habían bollado sus maridos, por eso ahora que se juntó con el tercero, no le permite hablar con las vecinas, amigas y muchos menos comadres, porque, como ella misma aduce, tragan santos y desechan diablos.

Esta era la vida matrimonial de Ana Lucía, quien se juntó con Fernando, con quien tuvo una hija a la que bautizaron con el nombre de Rafaela, para honrar a la abuela de la mujer, que descansa en paz desde hace cinco años.

Rafaela, quien era oriunda de la Isla de San Miguel, en vida le advertía a su nieta que no dejara entrar amigas y mucho menos comadres a su apartamento de Los Libertadores, donde vive y vivió con sus dos exmaridos, porque le rezan y le cae la maldición gitana, inclusive le quitan los maridos, como en efecto sucedió.

Igualmente le recomendó sanear el apartamento contra los malos espíritus, por eso visitaba a las brujas de Salsipuedes, que preparan limpiezas de casas, tarot, caracoles y cocos, adonde acuden hombres y mujeres, de todos los sectores sociales, buscando protección del más allá.

Ana Lucía ahumada el apartamento todo los días, a pesar de las quejas de los vecinos que no soportaban el mal olor del humo de tabacos, al punto que en varias ocasiones la habían llevado a la corregiduría, donde alega que lo hace para alejar a las mujeres quita maridos.

Pero Juan Miguel, el marido de Ana Lucia, es un herrerano guapo, por eso llama la atención de las vecinas, quienes no se atreven ni a saludarlo, por temor a la celosa mujer, quien las tiene sentenciadas de lo que les espera si tratan de quitarle su tercer hombre, padre de su hija.

En una ocasión Juan Miguel se ganó veinte pedazos de chanches de la lotería, y de la alegría se tomó algunos tragos por las cantinas del Terraplén y cuando regresó a casa en Los Libertadores se topó en la escalera del edificio con la vecina Bárbara, una morenaza que le zumba el mango, a quien le regaló diez balboas, pero fue sorprendido por Ana Lucia, quien le reclamó a los dos, esa confianza y tuteos.

Juan Miguel le aseguró que no hay nada entre los dos, que solamente le regaló 10 balboas de lo que se ganó en la lotería, pero la celosa mujer está predispuesta por las advertencias de su difunta abuela y por sus dos experiencias anteriores, por eso empujó a Bárbara, quien rodó las escaleras del multifamiliar.

Desafortunadamente Bárbara sufrió fracturas en el cráneo y otras partes del cuerpo, por lo que fue llevada al cuarto de urgencia del Hospital Santo Tomás, donde está en cuidados intensivos y posiblemente requiera una intervención quirúrgica.

Esto molestó a Juan Miguel quien se fue de la casa con la hija, pues alega que ya que no aceptará ser marido de una mujer excesivamente celosa, que no le permite hablar y saludar a las vecinas y que agredió a una de ellas, cuya familia ahora presentará una demanda en los tribunales y solo por el simple hecho que le regaló diez dólares del premio que se ganó en la lotería.

Ana Lucía regresó a donde las brujas de Salsipuedes, a quienes les reclamó haber perdido su tercer marido, pero Madame Tarot le aseguró que nada tiene que ver los caracoles, los cocos y ahumar la casa, que su problema fueron los consejos de la difunta abuela y nada tienen que ver las brujas de Salsipuedes.

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