Bien veterana

La maestra Vida nos enseña que cualquiera puede acostarse sin haber comido nada, pero nadie se acuesta sin haber aprendido algo nuevo
  • sábado 04 de febrero de 2017 - 12:00 AM

La maestra Vida nos enseña que cualquiera puede acostarse sin haber comido nada, pero nadie se acuesta sin haber aprendido algo nuevo. A Polidoro se le cruzó Edith, la vecina tetonzona que él admiraba cuando su mujer no estaba presente. ‘Poli, Poli, sácame de un apuro, conoces a algún prestamista', le dijo ella. ‘En mi trabajo hay una, dame tu número y te llamo para avisarte si te presta esa cantidad o qué', le contestó cuando la vecina le dijo que necesitaba con urgencia 300 dólares que pensaba pagar apenas los pelaos entraran a la escuela. ‘Mejor dame tu número y yo te llamo, para que no gastes tus minutos', agregó aquella, y Polidoro casi le rogó que le diera el de ella, que a él no le importaría gastar los minutos llamándola, pero la bella se negó y él le soltó el suyo con la súplica de que no solo recordara el número en esta ocasión, sino todos los días.

Apenas llegó a su trabajo diligenció el pedido de Edith, porque tenía la esperanza de que fuera esa la puerta a una conversación entre ellos y de allí a la cama sería como quitarle un pelo a un gato. Se acercó al escritorio de Miroslava, quien se extrañó de verlo en el plan de prestatario, porque él jamás pedía dinero prestado. ‘Viste que yo soy como la casa del jabonero, el que no resbala, cae', le dijo la exuberante mujer. Fue su perdición añadir que no era para él, sino para una vecina. ‘Pero, ¿tú serás el fiador, no?, preguntó Miroslava con su voz de trueno.

‘Mmmmmm, sí, será, ni modo', respondió Polidoro, y esa actitud no le gustó a la de la plata, por lo que le hizo burla y le exigió ‘a pregunta directa y clara, igual respuesta, es sí o es no'.

‘Soy el fiador', corrigió Polidoro, quien tenía metido entre ceja y ceja el busto prominente de Edith, quien no tardó en llamarlo. ‘Sí te conseguí el dinero, pero yo te lo llevo en la tarde, espérame en el minisúper, ahí camuflamos la entrega', le dijo Polidoro, pero Edith necesitaba los panchos con suma urgencia, de manera que dijo que ella iría a su trabajo a buscarlo. ‘Claro que tiene que venir, yo quiero verle la cara a quien le voy a entregar tanta plata', anunció Miroslava, que, además, le pidió a Polidoro que le dijera a la cliente que fuera discreta. ‘Tú sabes que el viejo cara de ch… me prohíbe mi negocio', le pidió la prestamista.

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