Ay, Momo

Su hija era una de las aspirantes a reina del Carnaval del Guandú
  • jueves 23 de febrero de 2017 - 12:02 AM

Cuando supe que esa noche escogerían a la reina del Carnaval, me mantuve alerto a que mi mujer se metiera al baño para virar el colchón y sacar toda la plata que guardaba allí. Era esa mi oportunidad de oro para enamorar a Rubiela, la única viuda del pueblo y la única que se negaba a dármelo, siempre con la excusa de que ella no se metía con hombres casados. Su hija era una de las aspirantes a reina del Carnaval del Guandú. Uno de los sueños de Rubiela era que su hija se llevara la corona, lujo que ella sola no podría darse, y menos con las otras dos candidatas, hijas de los ganaderos de la región. Solo yo podría darle esa alegría. ‘Después se la cobro', pensaba yo, disfrutando la idea de llevármela a algún rastrojo y darle del bueno allí mismo. Apenas llegué a la fiesta la busqué, ella estaba rodeada de los simpatizantes de su hija, pero ninguno de ellos podría darle el apoyo económico que necesitaba. Le hice una señal que Rubiela entendió, y nos fuimos a una esquina a conversar.

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