Amor comprado
- jueves 16 de febrero de 2017 - 12:00 AM
Los amores malos acechan a la mujer madura, sobre todo si va por la vida desesperada por encontrar el amor, la pareja, la media naranja. Cuando me llamó Carlos, quedé blandita y le creí, uno a uno, sus cuentos de pobreza y de soledad emocional. Fue una semana de pura felicidad para mí, él me escribía a toda hora, la frasecita te quiero mucho y las imágenes de besos por poco revientan mi celular. Me convenció en menos de lo que canta un gallo viejo, y antes de los tres días de conversaciones y wasaps me pidió dinero. Enseguida se lo solté, convencida de que él era el hombre de mi vida, y yo, la mujer de sus sueños.
La falsa felicidad me mareaba, y me di cuenta, pero no lo analicé, que a ratos se me perdía de la pantalla del celular, sobre todo después de las cinco de la tarde. ‘Es que estoy donde mi mamá, y acá la señal es raquítica', se excusaba Carlos, y yo me dejaba cuentear porque a cada rato me escribía te quiero mucho, eres mi reina, te extraño, te he recordado tanto en este tiempo q ue hemos estado separados, etc.'. No sospeché nada, de manera que la desilusión me tomó desprevenida, y el famoso Día de la Amistad y del Amor fue un purgante para mí.
Lo sospeché desde antes del mediodía, cuando regresé de enviarle el dineral que me pidió. Ni una perdida ni un wasap, nada. Pensé que estaría donde su mamá, esa idea me tranquilizó momentáneamente, sin embargo, pronto comprobé que ya me había bloqueado. Entré en crisis y me fui adonde, según decía él, vivía su mamá; por supuesto que la dirección era falsa. Nadie conocía a su madre por esos senderos, así que regresé a mi casa casi que arrastrando los pies. Entró un wasap en ese momento, y me llené de ilusiones. Era Alicia, una amiga, para desearme un feliz día, lo que me enfureció tanto que le mandé un mensaje de voz lleno de bilis y de desilusión. Descargué sobre ella toda mi amargura, pero como Alicia era una auténtica amiga, no me devolvió violencia con violencia, al contrario, me llamó para que habláramos, y cuando le conté que le había enviado plata a Carlos se llenó de ira y me animó a buscarlo y encararlo.