Una alma en pena

Era un hombre que no salía de las cantinas del barrio, todos los días estaba con alguna mujer diferente, situación que preocupaba a su m...
  • sábado 04 de junio de 2011 - 12:00 AM

Era un hombre que no salía de las cantinas del barrio, todos los días estaba con alguna mujer diferente, situación que preocupaba a su madre, porque se gastaba el salario con esas mujeres del bajo mundo, lo que la obligó a buscar ayuda de la comadre, ya que en ocasiones el hijo se quedaba durmiendo en la casa de una de las divas.

Esta es la historia de Ramón, de 25 años de edad, quien es empleado en un banco, gana buen salario, pero como su madre no le permitía darse la dulce vida con mujeres alegres, ya que quería que su hijo fuera un profesional, culto y que de darse matrimonio, fuera con una mujer de bien, como conocen a las mujeres aburridas.

Sin embargo, en una ocasión, acompañado de un amigo, medio bandido, que entró en un cantina del barrio, donde bailan mujeres como las trajeron al mundo, le gustó la vaina al hombre que, desde entonces, entraba solo a esos lugares y se ha hecho conocido de todas las mujeres, por eso le dice que es su harem.

Pero Ramón, aparte de las otras amigas, se hizo novio de Victoria, una nicaragüense que llegó a Panamá como turista, pero quedó en una de las cantinas del barrio, dándoles cariños a los hombres faltos de apapacho, a quien le llevaba todos los días algún regalito y comida, cuando se lo pedía por celular.

El amor de Ramón hacia la nica era tan fuerte que en ocasiones se quedaba durmiendo en el apartamento de ella, cerca de la Plaza 5 de Mayo, lo que preocupó a su madre Josefa, porque temía que metiera las manos en el banco por estar complaciendo a esas clases de mujeres.

Josefa visitó a una bruja, no tan bruja, quien le aseguró que el hijo estaba embrujado, que posiblemente le pusieron en el pene la caca de golondrina, que es eficaz para cuando una mujer quiere retener a un hombre o posiblemente cebo de cabra, que hace más pendejos a los pendejos.

La madre trató de sacarlo a la fuerza de la cantina, donde labora Victoria, pero el hombre se resistió y cumplió su amenaza de no regresar a casa de su madre y se estableció en el apartamiento de la mujer alegre.

La madre sufría la ausencia de su único hijo, ya que el padre había fallecido cuando él apenas tenía cinco años de edad, por eso lo educó y preparó para la vida, pero de repente recibió una llamada del banco, donde le aseguraron que Ramón tenía dos semanas que no iba al trabajo y podían botarlo, si no se presentaba a llevar alguna escusa.

Se puso de acuerdo con la comadre Laura, la madrina de Ramón, llegaron al apartamento de Victoria, quien les abrió creyendo que eran religiosas salvando almas en penas, por lo que aprovechó la madre para entrar violentamente a la recámara y allí estaba su hijo, postrado en la cama, desnudo, flaco como un cadáver, enfermo y con ganas de morirse, ya que durante dos semanas no comía y no tomaba agua, porque era sexo en la mañana, sexo al mediodía y sexo en la tarde y lo peor sexo durante toda la noche, que lo acabaron por completo.

Como Ramón estaba desnudo, la madre y la madrina lo cubrieron con una sábana, lo cargaron, bajaron las escaleras, lo metieron en un taxi y lo llevaron al Hospital Santo Tomás, donde lo dejaron en cuidados intensivos, ya que estaba moribundo y pidiendo agua.

Después de una larga estancia en el hospital, se recuperó y regresó a casa de su madre que le salvó la vida, por eso no quiere regresar a las cantinas de mala muerte, regresó al trabajo y desde entonces es un hombre dedicado a salvar almas en penas.

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