Se aguó la fiesta

- sábado 04 de julio de 2020 - 12:00 AM
Esto ocurrió mucho antes de que Chayo mandara la cuarentena igualitaria. Resulta que el profe es uno de esos sesentones que no acepta que los años pesan y sigue enamorando a las estudiantes sin distingo alguno. Esto, teniendo una morenaza de esposa que ya ‘no trabaja', desde que se jubiló se dedica las 24 horas al cuidado de la casa. El profe solo dicta algunos cursos en la U. Y en esas pocas horas aprovecha al máximo para lanzarle el trasmallo a las estudiantes, inocentes palomitas que salen de los barrios en busca de un futuro mejor.
Cuando reparten los cursos, siempre procura que le den las asignaturas de primer año con el cuento de que en ese punto es que puede lograr que los muchachos y muchachas abran los ojos ante la carrera que han escogido. En una de las primeras clases, el profe le echó el ojo a una joven color de miel de largos cabellos ensortijados y una cosita colgándole del ombligo. La estudiante venía de los lados de cerro Cocobolo y se hizo amiga de otras tres muchachas de Calidonia y Chepo y Las Mañanitas. El grupo de amigas era el más popular de los alumnos de nuevo ingreso.
El profe pensó que el asunto sería un paseo, pero qué va. La joven sabía bien cuáles eran las intenciones del don y le respondía con evasivas a una invitación que le propuso. Una tarde reunidas en la copiadora a una se le ocurrió una idea genial. Dile que te entregue la llave unos días antes y listo. Todas estaban al corriente que el don le propuso pasar un fin de semana en una casa por el cerro Azulado. Tan pronto le dieron las llaves de la casa a la joven, las amigas armaron el trip. Qué estaría pasando por la cabeza del don todos esos días previos, eso nadie lo sabrá. Solo se le notaba alegre en los pasillos de la U. Llegó el sábado y el profe pasó tempranito por la joven lo más cerca de cerro Cocobolo.
Tomaron la carretera rumbo al este. Los paisajes, los comercios, la gente, todo era desconocido para la estudiante. En un supermercado de la vía compraron la carne para el asado, las bebidas y todo lo necesario para un fin de semana en grande. Todo marchaba a pedir de boca, tanto así que el don puso un USB con música de Sandra y comenzó a cantar. En la garita del lugar, el guardia lo saludó y le deseó suerte.
En dos minutos ya estaban en la entrada de la casa de campo. Bajaron las bolsas y el equipaje y el don le propuso a la joven darse un chapuzón en la piscina para quitarse la suciedad del camino. Cuando la joven salió en vestido de baño al profe casi le da un faracho. Parecía gemela de la miss universo. El catedrático se quedó hipnotizado mirando aquella sirena. En este momento las amigas de la joven se lanzaron a la piscina. El profe se fue cambiando de color como un camaleón. ‘La única forma que mi mamá me deje salir es con mis amigas', le dijo. Y llamó a las compañeras de salón para que se tomaran una foto que tenía que mandarle a la mamá lo antes posible.