Abogado de pacotilla

Se hacía pasar como abogado pero era simplemente un tinterillo, sin embargo, en ocasiones se ganaba algún dinero defendiendo a malhechor...
  • jueves 19 de agosto de 2010 - 12:00 AM

Se hacía pasar como abogado pero era simplemente un tinterillo, sin embargo, en ocasiones se ganaba algún dinero defendiendo a malhechores de poca monta en las corregidurías de los barrios. Todo estaba bien hasta ahí, pero cuando se aprovechó para tumbarle la ‘chola’ a una rubia de botica, quien no tenía para pagar los honorarios, tuvo grandes problemas con el marido de ésta cuando dejó la prisión.

Todo sucedió cuando Delia tenía a su marido preso en La Joyita, quien sindicado por el delito de robo a mano armada en una abarrotería de un chino por los lados de Santa Librada fue condenado a seis meses de prisión, por lo que decidió buscar a un abogado que lograra su libertad, pero los abogados ahora cobran muy caro y por eso su comadre Catalana le recomendó a Demesio, un sujeto que siempre soñó ser abogado pero que solamente llegó hasta sexto grado, no obstante, esto no fue impedimento para ser un hombre de leyes porque tiene una labia como pastor de iglesia y convence al mejor postor.

Ambos se citaron en un restaurante cerca de Paraíso, San Miguelito, donde acordaron defender y sacar libre a Lucas —el marido de Delia— a cambio del televisor y una tostadora, que es lo único de valor que tiene en casa.

Demesio empezó su defensa, primero visitó al reo, quien le confesó que nunca en su vida había robado y que el dinero que le encontró la Policía se lo ganó en la lotería, con chances que le vendieron con one two y casados.

Lucas tiene un largo prontuario policivo, pero ni modo, el trabajo de Demesio era sacarlo de prisión, ya que el televisor que iba a recibir como pago podía empeñarlo y tener para el fin de semana, ya que le mete duro al vidrio.

Pero un sábado, Demesio le aseguró a Delia que buscar la libertad de Lucas estaba duro porque el sujeto tiene varios casos —argumentado que tenía que aumentar los honorarios—, pero ella le dijo que no tenía más que ofrecer, situación que ‘ripostó’ diciéndole que como tiene un cuerpo bonito podía pagar con carne.

Al principio Delia lo vio como una propuesta indecente, pero después pensó que no perdería nada, ya que eso se usa, se lava y queda como nuevo, por lo que aceptó, siempre y cuando no se acostumbrara y quedara goloso.

Ese mismo sábado fueron a un hotel donde cobran cinco dólares, dinero que tuvo que pagar la propia mujer porque el abogadillo es un limpio; ella se despojó de su jean , que ajustada su hermoso cuerpo, la chaqueta y sus ropas íntimas, quedando como la trajeron al mundo, desnuda.

El abogadillo se le hacía agua la boca, se le salía la baba, por lo que apagó la luz para que la mujer no notara el calzoncillo roto que tenía, a parte de que no era muy aventajado en su miembro viril, pero de que se iba hacer banquete no había duda.

No duró mucho el ajetreo sexual, ya que Demesio es de corta duración; al contrario, dejó mal a la mujer, que tuvo que conformarse con recordar a Lucas, que según ella, es un potro de llanura.

El lunes en horas de la mañana Lucas salió libre, y Delia lo esperaba; ambos se fueron a comer a un restaurante, pero las lágrimas delataron lo que había hecho y cómo lo hizo la mujer, por eso le confesó que el abogadillo le cobró con carne.

No dijo nada, ambos se fueron a casa, donde iban a hacer lo que él tenía tiempo que no hacía, pero no pudo hacerlo porque en su mente estaba maquinando cómo joder al abogadillo que abusó de su concubina.

El viernes se lo encontró afuera de una corregiduría de San Miguelito y sin mediar palabras lo agarró por el cuello y empezó a agredirlo hasta dejarlo en el piso, con tres costillas quebradas, dos dientes menos, un ojo cerrado y un brazo fracturado.

Nuevamente Lucas quedó preso, Demesio en el hospital y Delia busca otro abogado para sacar a su marido, pero no tiene dinero, televisor ni tostadora, y teme encontrar otro abogadillo de pacotilla que quiera cobrar sus honorarios en otras formas y se repita la historia de la justicia que es ciega pero le encanta cobrar con carne.