- domingo 31 de agosto de 2025 - 12:00 AM
Dicen que en la cama se sabe todo, y muchas parejas descubren tarde que su relación se volvió más rutina que pasión. La intimidad es un termómetro poderoso: si se enfría, la chispa amorosa corre el riesgo de apagarse. Pero, ¿cómo saber si lo que vives con tu pareja es un fuego ardiente o apenas una brasa apagada?
El primer síntoma es la frecuencia. No se trata de contar cuántas veces “tocan la flauta”, sino de evaluar si ambos se sienten satisfechos con el ritmo. Si uno de los dos está insatisfecho y calla por miedo a incomodar, ahí ya hay una alerta roja. Recuerda: más vale hablar claro que fingir orgasmos de novela.
Otro punto clave es la comunicación. Si no pueden decirse sin pena lo que les gusta en la cama, la relación íntima probablemente esté coja. Cuando la confianza se esfuma, también lo hace la creatividad. Y ojo: repetir siempre el mismo libreto, convierte el sexo en tarea, no en placer.
También revisa las ganas. Si prefieres inventar excusas antes que desvestirte frente a tu pareja, tal vez la llama ya no quema como antes. La pasión se alimenta, no aparece por arte de magia. Un deseo ausente por semanas o meses es señal de que algo está fallando y no se arregla solo con besitos rápidos.
El juego previo, los detalles fuera de la cama son el abono de una vida íntima saludable. Si ya no hay caricias, mensajes picantes ni miradas coquetas, probablemente la cama se resienta. No todo es sexo salvaje; también importan los pequeños gestos que calientan el terreno.
