- jueves 03 de julio de 2025 - 12:00 AM
Después de una ruptura dolorosa, lo último que uno quiere es escuchar canciones de amor o ver a parejas felices en la calle. El corazón queda hecho pedazos y la idea de volver a enamorarse suena a chiste cruel.
Pero aunque ahora parezca imposible, muchas personas logran reconstruirse y volver a confiar, incluso amar más bonito que antes. ¿Cómo se hace? Con tiempo, paciencia y, sobre todo, con mucho amor propio.
Primero lo primero: llorar, enojarse, desahogarse. No hay fórmula mágica para sanar. Hay que pasar por el duelo, sin apurarse. Y no, no se trata de “superarlo rápido”, sino de entender qué pasó, reconocer qué se aprendió y, aunque suene repetitivo, conocerse mejor a uno mismo. Porque antes de amar a otro, hay que reenamorarse de uno mismo.
Una vez pasado el huracán emocional, llega el momento de reconectar con lo que te hace bien. Volver a salir con tus amistades, retomar hobbies olvidados, reírte de nuevo sin culpa. Ahí empieza el verdadero trabajo: recordar que tu valor no depende de una relación. Que eres mucho más que el dolor que te dejaron.
Y entonces, sin darte cuenta, un día aparece alguien. No, no es como en las películas: no viene en caballo blanco ni con banda sonora de fondo. Tal vez sea alguien que te escuche sin apurarte, que respete tus tiempos, que entienda tus miedos sin juzgarte. Esa persona no va a “salvarte”, pero sí puede acompañarte mientras te reconstruyes.
Volver a tener intimidad después de una experiencia traumática puede dar miedo, claro. Pero también puede ser una oportunidad de vivir el amor desde otro lugar: con más comunicación, con respeto mutuo, con ternura. Lo importante es que nada se haga por presión. Cuando hay confianza, el cuerpo y el corazón se abren solitos.
Así que sí, aunque hoy te parezca lejano, es posible volver a amar. No como antes, sino mejor. Más consciente, más libre y con menos miedo. Porque después de romperse y volver a armarse, uno ya no se conforma con menos de lo que merece.