¿Apagada o encendida?

La mayoría de las parejas, cuando recién inician sus primeros encuentros íntimos, se inclinan por hacerlo con la luz apagada. Esto sucede porque aún tienen cierta timidez, pudor y hasta temor de que su cuerpo no sea del agrado de su pareja y que esto arruine el encuentro sexual.

Hacer el amor a oscuras o con la luz encendida puede modificar significativamente las sensaciones de placer y, sobre todo, la excitación, porque los sentidos que intervienen no se potencian en el mismo grado en un caso que en el otro, y porque no es igual observar y ser observados que imaginar.

Lo cierto es que hay quienes prefieren improvisar y variar en materia de sexo, mientras otros optan por seguir religiosamente ‘un ritual de alcoba’, manteniéndose fieles a sus gustos o manías, entre los cuales figuran una serie de preliminares como el de apagar la luz.

Existen parejas que gozan especialmente viendo disfrutar a su compañero por medio de su expresión facial y que se excitan sobremanera si pueden contemplar a la vez en un espejo mientras experimentan con distintas posturas.

Para quienes optan por la luz apagada se puede decir que esta alternativa implica el privarse temporalmente del sentido de la vista para delegar el protagonismo al tacto e incluso al oído.

Lo ideal es preguntarle a la pareja por sus preferencias, para que ninguno de los dos se sienta incómodo.