Se inyectó vaselina para verse fortachón y ahora vive una pesadilla
- miércoles 26 de noviembre de 2025 - 1:46 PM
Lo que comenzó como una búsqueda extrema por destacar en redes sociales terminó convirtiéndose en una pesadilla médica para Kirill Tereshin, el joven ruso que el mundo conoció como el “Popeye Ruso” por el tamaño inusual de sus brazos.
Su notoriedad surgió a finales de la década de 2010, cuando empezó a publicar imágenes y videos mostrando el crecimiento de sus bíceps, resultado de inyectarse sustancias como vaselina y synthol para simular volumen muscular. La mezcla de asombro y alarma que generaba su apariencia lo llevó rápidamente a la viralidad, a pesar de las advertencias constantes de especialistas sobre los riesgos letales de estas prácticas.
Tereshin, exsoldado y aficionado al fisicoculturismo extremo, insistió en continuar con sus inyecciones. Con el tiempo, su cuerpo comenzó a manifestar las consecuencias: infecciones repetidas, daño nervioso, fibrosis y una pérdida progresiva de la funcionalidad en los brazos. En varias ocasiones tuvo que someterse a cirugías destinadas a retirar parte del material sintético, en un intento por detener el avance del deterioro.
La situación dio un giro crítico cuando su organismo empezó a rechazar de manera severa las sustancias inyectadas. La necrosis —la muerte del tejido— se hizo evidente, acompañada de infecciones complejas y de difícil control. Los médicos han advertido que, si el cuadro infeccioso no se estabiliza, la amputación de ambos brazos podría ser la única alternativa viable.
En 2019 había sido intervenido tras dos años de inyecciones continuas. Aun así, las heridas nunca lograron sanar por completo y desarrollaron resistencia a tratamientos convencionales, agravando su estado actual y reduciendo las posibilidades de una recuperación sencilla.
Hoy, Tereshin encarna uno de los casos más dramáticos asociados a las modificaciones corporales extremas y a los riesgos de llevar la búsqueda de notoriedad más allá de los límites impuestos por la salud.