Fue violada y asesinada, el crimen se resolvió 31 años después
- domingo 30 de julio de 2023 - 12:00 AM
Fawn Marie Cox, tenía 16 años cuando fue violada y asesinada en su propia cama.
Esta historia se remonta a julio de 1989. Ese verano la adolescente había comenzado a trabajar en un parque de diversiones. Su madre la había ido a buscar cuando terminó su turno y procedieron a ir a su casa ubicada en un barrio residencial a las afueras de Kansas City en Missouri, Estados Unidos. La jovencita cenó, se bañó y se fue a dormir.
Esa fue la última vez que la madre de Fawn, vio a su hija con vida. La mañana siguiente, a toda la familia, los despertó el sonido del despertador de Fawn.
Al escuchar que la alarma seguía sonando sin parar, la madre de la joven decidió ir a la recámara para despertarla y fue justo en ese momento que la encontró en la cama semidesnuda y con signos de estrangulamiento.
La mujer llamó de inmediato a emergencia, pero cuando éstos llegaron solo certificaron su muerte. Presuntamente, la víctima llevaba varias horas muerta.
Lo primero que notaron los investigadores al llegar a la escena eran las marcas en el cuello y que Fawn había sido violada.
Investigación
Autoridades empezaron a trabajar en la escena del crimen y determinaron que el asaltante había entrado por una ventana la cual estaba justo encima de un viejo remolque aparcado en la parte trasera del patio.
En las sábanas de la cama de la chica habían numerosas pruebas de sangre, pelos e incluso había esperma. Además faltaban varias cosas como una consola de Nintendo una grabadora, un radio entre otros objetos, algunos de los cuales fueron hallados tirados en el jardín.
Los investigadores descubrieron que el presunto asesino había sacado varios objetos del armario de la chica, para poder tener espacio y esconderse, es decir que cuando la familia llegó a la casa, el sujeto ya se encontraba allí y solo espero a que todos durmieran.
En la escena había una gran cantidad de pruebas de ADN, pero para ese entonces no había tanta tecnología como ahora.
Un mes después del hecho un testigo contó que había visto a tres jóvenes salir de esa casa, uno de ellos era compañero de escuela de la víctima. Los tres jóvenes negaron haberla asesinado y violado y solo confesaron que habían ingresado a robar. Los tres pagaron 8 años de prisión. Debido a que las pruebas de ADN fueron inconclusas, no hubo nada que los vinculara al terrible crimen.
No fue hasta el año 2000, cuando decidieron introducir las muestras de ADN en el sistema para haber si había alguna coincidencia en la base de datos de delitos graves, pero no hallaron nada. Las autoridades también las cotejaron con los jóvenes que habían pagado cárcel por el robo, pero ninguna coincidió.
La familia no se rindió y 19 años después volvieron a solicitar que las pruebas las introdujeran al sistema, pero les tocó hacer una colecta de dinero ya que esto salía costoso, y es que habían demasiado casos abiertos.
Fue la empresa Parabon NanoLabs quien entonces realizó el exhaustivo trabajo con las muestras de ADN, cotejándolas.
Buscaron en todas las bases de datos del país y al fin hubo un nombre. Donald Cox, el primo de Fawn Cox.
En 1989, Donald tenía 21 años de edad y era un joven problemático. Había estado involucrado en delitos de hurto y posesión de sustancias. Donald había muerto en 2006, por una sobredosis, por lo cual nunca tuvo que pagar por el crimen y abuso sexual en perjuicio de su prima Fawn Cox.