La masacre de El Terrón, el lado oscuro de una secta

El fiscal David Mendoza, que lleva adelante la investigación, asegura que el número de imputados podría aumentar
  • lunes 03 de agosto de 2020 - 12:00 AM

Los gritos de evidente dolor y horrorosos lamentos hacían eco en la montaña alertaron a los vecinos de Alto Terrón, comunidad indígena de la comarca Ngäbe Buglé, en la provincia de Bocas del Toro, transcurría el 12 de enero de 2020.

La tortura disfrazada de rituales religiosos fue el detonante para que un testigo decidiera caminar por varias horas y viajar otras más en lancha para denunciar los sangrientos hechos.

El Terrón es una aldea inmersa en la selva virgen de Bocas del Toro que está constituida por estructuras de madera, algunas de techo de hojas de palmas y piso de tierra. En una de aquellas chozas sucumbieron siete personas, seis niños y Bellin Ríos, una mujer adulta embarazada y madre de cinco de los menores.

Un testigo, aún con el recuerdo y sentimientos a flor de piel, aseguró a El Siglo que ‘tanto a la madre como a sus cinco hijos y otro niño los mataron a golpes frente a todos dentro del endeble recinto, al tiempo que gritaban que el demonio tenía que salir'.

Fosa común

Con el aviso a las autoridades el día 15 de enero de 2020, la policía, peritos forenses y fiscales encontraron en El Terrón a 15 personas incluidos varios niños, amarradas dentro de una choza que era usada como templo para realizar supuestos exorcismos. Se presume que ellos también iban a ser ejecutadas.

La policía halló siete cuerpos ya en descomposición en una fosa común situada a unos dos kilómetros de la comunidad. Algunos familiares estaban privados de su libertad a manos del pastor y su hijo, quien se hacía llamar El Profeta.

En la fosa común estaban los inocentes: Bellin Flores (embarazada) de 33 años, José Hilario González Ríos, de 9 años, Daisay Mariela González de 10, Daniel González de 3, Efraín González Flores de 1 año, Inés Urriola Blanco de 9 años.

Mario González, nativo de la región pero de decendencia hondureña, pastor de la iglesia Nueva Luz de Dios, tenía alrededor de seis años de haber llevado la creencia a El Terrón.

Al principio no tenía feligreses o adeptos, pero en complot con su familia intentaban por todos los medios de llevar a miembros de la comunidad al pequeño culto.

El Profeta obligaba a las personas del lugar a entrar a la iglesia para sacarle los demonios, ya que según él Dios lo ha ungido y esa es razón suficiente para sacar a las personas de sus casas y llevarlas en contra de su voluntad a rituales hechos por él, con su padre y un hermano menor, declaró un sobreviviente.

‘Les pegaban con la Biblia, luego con palos y hasta con machetes hasta quitarles la vida, todos los habitantes de El Terrón tienen que venir aquí decía El Profeta', confirmó el testigo.

Entre el 12 y el 14 de enero Diomedes Blanco, morador de la comunidad vio cuando el pastor González y dos de sus hijos llevaban en hamacas los cuerpos hacia el apartado cementerio. ‘Las hamacas pertenecían a un vecino, las tomaron sin permiso', detalló.

Evaristo Santos, cacique de El Terrón relató que vio a un menor quemado y golpeado a quien tuvo que llevar a Río Luis, la comunidad más cercana y de ahí por su gravedad lo trasladaron en una ambulancia al hospital Luis Chicho Fábrega, en Santiago, luego de seis horas en lancha.

Nuevos implicados

De acuerdo con el fiscal que investiga la matanza, David Men doza, ‘actualmente se está coordinando numerosas diligencias, aunque el único obstáculo es el riesgo existente del personal que debe trasladarse al área, sin embargo, estamos avanzando en la investigación', aseguró Mendoza.

El representante del Ministerio Público informó que ‘recientemente se originó un caso [con otra secta] similar en Santa Catalina, que aunque no terminó en muerte el Ministerio Público intervino para retratar a unas personas que eran objeto de maltrato, precisamente por personas relacionadas a estos cultos', reveló el fiscal Mendoza.

Agregó que ‘este caso de Santa Catalina nos sirve para incorporar otros elementos a la investigación de El Terrón'.

El 15 de junio de 2020, moradores de la comunidad de Santa Catalina denunciaron a integrantes de la secta Luz del Mundo por mal trato a personas del lugar, la policía y el Ministerio Público aprehendieron a 5 hombres y a una mujer, quienes luego de una audiencia realizada el 23 de ese mes el juez Arnulfo Ávila, decretó la imputación por el delito contra la vida e integridad personal en grado de tentativa en contra de una persona y ordenó la medida cautelar de detención provisional para los cinco hombres mientras que a la mujer se le dio la medida de notificación los viernes de cada mes y la prohibición de acercarse a la víctima.

Mario González Blanco, de 60 años, (pastor cabecilla), Amadio González Blanco de 31, Marcelino Valdez de 20, Robert Flores Santos, de 22, Abdiel González, de 26, Abner González de 23, Ariel Ríos Blanco de 18, Yariela Rodríguez Blanco de 21 y un menor de edad fueron imputados, por delitos graves como: privación de la libertad, contra la vida e integridad personal (homicidio y femicidio) y tentativa de homicidio. Al menos tres tipos penales distintos.

Las diligencias practicadas por el Ministerio Público hasta el momento son: exhumación y levantamiento de los cadáveres, inspección y reinspección ocular en la iglesia donde ocurrieron los hechos, inspección ocular en casa de las víctimas, fijación de puntos planimétricos, allanamiento a la casa de los imputados, quimioluminiscencia, recorridos, entrevistas y atención psicológica a las víctimas, todas llevadas a cabo con funcionarios y peritos del Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses (Imelcf), Dirección de Investigación Judicial y otros.

Religión y fanatismo

El sacerdote de la Iglesia católica Domingo Escobar es de la opinión que los movimientos religiosos que llegan a Panamá deben ser regulados por el Estado a fin de que todo culto que se establezca en nuestro país se acomode a nuestra cultura, idiosincrasia y normas de conducta. ‘Creo que nosotros tenemos que nacionalizar esos movimientos religiosos que llegan a Panamá', sostuvo Escobar.

El presbítero hizo un llamado de atención a las autoridades para que aborden este tema de forma que se tengan parámetros de cómo deben ser estos movimientos nuevos, ‘porque esa gente, lógicamente si hubiesen tenido un poco más de formación cristiana tal vez no se hubiera dado ese tipo de cosas graves que desde todo punto de vista se ve que es una situación de fanatismo religioso', puntualizó el hombre de Dios.

Añadió que en nuestro país se debe crear un ministerio de asuntos religiosos ‘porque en nuestra pastoral de VIH/Sida varias personas han muerto precisamente por el fanatismo religioso y, se manifiesta porque no permiten que cuando los pacientes salen de la casa hogar y regresan a su tierra los pastores les impiden que sigan tomando los medicamentos', destacó el religioso.

Por su parte, Isaías Madrid, doctor en psicología clínica y forense, asegura que ‘la psicología y la psiquiatría forense se fundamentan en el método científico en el que la observación es fundamental.

Después del arresto de los involucrados y la declaratoria de legalidad de la aprehensión, los 9 implicados han quedado disponibles para que agentes de salud mental puedan de manera regular hacer anotaciones acerca del comportamiento de los mismos', asegura el especialista.

Agrega que ‘la observación debe registrar si en cada uno de ellos hay ausencia o presencia ocasional o permanente de signos o síntomas de enfermedad mental que en conjunto pueden ser causa de inimputabilidad'.

Entre los síntomas que tendrían que presentar para ser inimputables y que son muy difíciles de ser simulados ante los ojos de un experto se enumeran, las alucinaciones sensoriales de varios tipos, pensamiento delirante, comportamiento, lenguaje y pensamiento desorganizado. Además trastornos severos de adaptación, de sueño, de apetito y de otros indicadores que en conjunto indicarían la presencia inequívoca de enfermedad mental', recomendó Madrid.

El criminólogo forense Marco Aurelio Álvarez asegura que se trata de un delito de falsedad ideológica y ejercicio ilegal de la profesión de pastor.

‘La masacre de Alto de El Ter rón es una muestra de la manipulación ideológica con la que los falsos mesías, que con el aparente manto de pastor fundan iglesias sin estar bajo el amparo de ningún concilio religioso, que opere con personería jurídica reconocidas por el Estado panameño.

En este caso el líder de la secta Nueva Luz de Dios, Mario González Blanco, que se hacía llamar ‘Set', logra compenetrar a la fuerza la voluntad de las personas, violando su derechos humanos de escoger sus credos, ideologías o seguir sus sueños o aspiraciones' detalló Álvarez.

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