Jane Toppan: ‘El Ángel de la muerte'

- domingo 28 de febrero de 2021 - 12:00 AM
Se supone que las enfermeras son las encargadas de cuidar y atender con amor a los enfermos que llegan a los hospitales. Pero en ocasiones algunas hacen todo lo contrario y terminan matando a sus pacientes.
Este es el caso de la enfermera Jane Toppan, mejor conocida como el ‘Ángel de la muerte', a quien se le atribuyen más de 100 asesinatos.
Su verdadero nombre era Honora Kelley apodada también como ‘Jolly Jane'. Nació el 31 de marzo de 1854 en Boston, Estados Unidos.
Su madre se llamaba Bridget Kelly y murió de tuberculosis cuando ella tenía apenas 9 años; su padre, Peter Kelly, era un alcohólico excéntrico y abusivo, conocido con el alias de ‘El Chiflado'.
Se rumoraba entre sus conocidos que había sido presa de la locura y que se había cosido los párpados cuando trabajaba de sastre.
Cuando murió su mujer, en 1860, Peter entró en una profunda depresión y decidió no criar a sus hijas. Así que las abandonó en un orfanato de niñas indigentes y las dejó allí para nunca más volver.
Años más tarde, en 1862, la hermana de Honora se convirtió en prostituta, una tercera que no fue llevada al orfanato, fue recluida en un manicomio y Honora fue colocada como sirvienta en la casa de la familia Toppan, aunque no fue adoptada, tomó el apellido de esa familia.
Posteriormente, Honora logró estudiar enfermería y se destacó entre sus compañeras por ser una brillante y buena estudiante. Fue allí cuando empezó a jugar con los medicamentos, los modificaba y los mezclaba para matar a sus pacientes.
Los asesinatos
En el hospital de Cambridge donde trabajaba, Honora comenzó a asesinar a su pacientes dándole medicamentos mezclados con veneno.
La mayoría de sus víctimas eran ancianos y pacientes que estaban muy enfermos. Les inyectaba morfina y antropina. Alteraba la dosis prescrita por los médicos. Pasaba un tiempo considerable a solas con los pacientes, inventando gráficos falsos y medicándolos para que perdieran la conciencia e incluso se metía en la cama con ellos y los acurrucaba mientras los veía morir.
La administración del hospital ante varias muertes comenzó a sospechar de ella y la despidieron.
No quisieron denunciarla a la policía para no crear un escándalo de que estaban matando a los pacientes en el hospital.
Sus instintos asesinos la llevaron a acabar con la vida de la familia que la crió. Mató a la señora de Toppan, al señor Toppan y a sus dos hijas, con quienes no se llevaba bien.
Los familiares de los Toppan empezaron a sospechar y pidieron que se hiciera una autopsia a los cadáveres y descubrieron que habían sido envenenados.
En 1901 fue arrestada por la policía y confesó que había matado a más de 100 personas y que hubiera querido matar a más gente.
Locura
Tras varias investigaciones la policía comprobó que Honora había matado a 31 personas de 100 que se le atribuían.
Durante el juicio, celebrado en 1902, un médico que se encargó del caso, dijo que Honora había nacido con una mente débil y con la locura de convertirse en una asesina en serie.
La consideraron loca y la internaron en un asilo mental donde murió en agosto de 1909.
Toppan afirmó a la policía que al matar sentía una emoción sexual de que los pacientes estaban cerca de la muerte, volvieran a la vida y luego murieran de nuevo.