Misterioso desenlace del científico obsecionado con su compañera
- sábado 16 de noviembre de 2024 - 6:11 PM
La historia se remonta a finales del siglo pasado en la ciudad de Laurel, en el estado de Maryland, Estados Unidos. Sus protagonistas: Scoth y Marta Bradley, quienes vivieron un calvario.
Una cálida mañana de abril del año 2000 Marta salió por la puerta principal de su casa, ella estaba haciendo su declaración de renta y necesitaba unos recibos que había dejado en el auto, aparcado afuera.
Al abrir el carro vio una bolitas plateadas que realmente no tenía idea de lo que eran, pero tocó una de ellas y se fundió en sus dedos; estaban por todo el automóvil, en los asientos, en el cenicero en las alfombras y en las salidas del aire acondicionado.
Marta sospechó que alguien había entrado en el coche y llamó a la policía, los detectives pensaron que se trataba de mercurio líquido.
La sustancia resultó ser un líquido que se disuelve en el aire, cuando ella hubiera puesto en marcha el aire acondicionado habría circulado por todo el vehículo y si se ingiere el organismo no puede eliminarlo y la persona empieza a colapsarse, de tal manera que Marta habría fallecido.
Durante la noche alguien se había metido al auto y había intentado envenenar a Marta Bradley.
La policía sospechó de Alan Shmorni, un químico de 57 años y antiguo colega del trabajo de Marta, en una empresa de biotecnología de Maryland.
Scoth y Marta siempre tenían presente que este sujeto estaba usmeándolos, iba tras ellos y podía presentarse de una forma u otra.
Alan era amante de la música clásica, casado y con una hija adulta; refinado y galante, agradable y simpático, además de vicepresidente de la empresa.
Pero él se interesó particularmente por Marta, era muy amable con ella y ella estaba plenamente consciente de que él era uno de los científicos más destacados que trabajaba en la empresa.
El químico hizo toda una trama para atraer la atención de la joven mujer, inventó una serie de artificios, estaba obsesionado con ella.
Tal fue la fijación del eminente científico que se introdujo a la casa de Marta y extrajo unas joyas con diamante que él mismo le había regalado, con el pretexto de que la veía como una hija, además, rompió el armario y se llevó también parte de su lencería.
Fue detenido por la policía; hizo un trato y salió libre pero fue despedido de la empresa.
Era la segunda vez que Alan había sido detenido, salió con libertad condicional y orden de alejamiento bajo pena de prisión; pero en lugar de abandonar él estaba a punto de llevar su obsesión a otro nivel.
Pasó un año, en abril del año 2000, Marta y Scoth llevaban casi un año libres del acoso de Alan, ella había dado a luz a una niña y la pareja pensaba que ya había dejado atrás lo peor.
El 16 de abril Marta se dirigió a su coche y encontró el mercurio. Alan había cruzado la línea, los detectives sabían que entre un allanamiento de morada y un intento de asesinato en primer grado la diferencia era radical, sin embargo, la policía necesitaba pruebas más contundentes.
Los policías colocaron dos cámaras dirigidas hacia el auto de Marta, aparcado en el estacionamiento, pero pasaron varias semanas sin dar señales de vida. Era una trampa.
Fue una vecina que había salido a una fiesta que al regresar a casa hacia las dos de la madrugada vio a un hombre agachado al lado del coche de Marta.
Al día siguiente la policía allanó la casa de Alan, encontraron un maletín con las llaves del carro de Marta, mapas de la casa de los Bradley, un frasco con mercurio y otras pruebas.
Y en el maletín del acosador, como lo denominaron los detectives, hallaron una hoja de papel que describía en un párrafo un contenido sexual muy gráfico y violento; la nota empezaba diciendo: “pregunta; ¿cuál es la diferencia entre Marta Bradley y una bajista femenina que está a punto de ser violada, castrada, con la cara desfigurada y todos los dedos de las dos manos cortados? Respuesta: no hay ninguna diferencia”.
Alan fue detenido y acusado de intento de asesinato y asalto en primer grado. Esta vez las autoridades parecían disponer de pruebas más que suficientes y que los Bradley podían por fin vivir en paz. Pero los abogados del acosador lograron que saliera en libertad condicional llevando una tobillera electrónica.
Un jurado lo declaró culpable el 11 de septiembre de 2021, pero tras escuchar el veredicto el acosador tomó una dosis de cianuro que llevaba en su bolsillo.