El doctor muerte: la historia del médico que desafió la vida

Fue un médico que puso en jaque a la medicina tradicional, al sistema judicial y al debate ético sobre la eutanasia
  • domingo 21 de diciembre de 2025 - 2:45 PM

La vida “del doctor muerte” es uno de los capítulos más controvertidos de la historia médica contemporánea. Su nombre era Jack Kevorkian, un patólogo nacido en 1928, que desde joven mostró una personalidad provocadora y crítica del sistema médico.

Kevorkian sostenía que la medicina había perdido su esencia humana. “El médico no debe limitarse a prolongar la vida biológica, sino aliviar el sufrimiento cuando la vida se ha vuelto una tortura”, decía en entrevistas que hoy siguen circulando en buscadores y documentales.

Durante su formación como patólogo, se interesó por la muerte clínica y los límites de la conciencia. Incluso llegó a proponer, sin éxito, experimentar con prisioneros condenados a muerte. Décadas después, esa fijación se transformaría en activismo.

Para él, la eutanasia no era un crimen, sino un acto de compasión. “Morir no es un pecado. Obligar a vivir en el dolor sí lo es”, repetía ante cámaras y jueces.

En 1990 asistió por primera vez el suicidio de una paciente con Alzheimer temprano. Utilizó una máquina diseñada por él mismo, el Thanatron, que permitía al paciente administrarse una sustancia letal. Desde entonces, el apodo doctor muerte se volvió inseparable de su figura y altamente buscado en internet.

Lucha contra el Estado

A lo largo de la década de 1990, Kevorkian asistió la muerte de más de 130 personas, muchas con enfermedades terminales, otras con padecimientos crónicos. Lo hacía sin cobrar dinero, alegando motivos éticos.

“No soy un asesino. Soy un liberador del sufrimiento humano”, declaró en una de sus frases más citadas.

Fue detenido en múltiples ocasiones, pero durante años logró evadir condenas por vacíos legales. Su caso dividió a la opinión pública: para algunos era un monstruo; para otros, un pionero de los derechos humanos.

Las asociaciones médicas lo repudiaron, la Iglesia lo condenó y miles de personas lo defendían. “Si la ley me impide ayudar a morir, entonces la ley está equivocada”, dijo en un discurso que sigue siendo referencia en debates sobre la legalización de la eutanasia que han emprendido varios países. Y que ya es legal.

Giro inesperado

En 1998, Kevorkian cruzó una línea que terminaría llevándolo a prisión. Ayudó a morir a Thomas Youk, un hombre con esclerosis lateral amiotrófica (ELA), pero esta vez él mismo administró la inyección letal. Peor aún, grabó el procedimiento y permitió que se transmitiera por televisión nacional.

“Tenía que mostrarle al mundo cómo es realmente el sufrimiento”, justificó el médico. La reacción fue inmediata. En 1999 fue declarado culpable de homicidio en segundo grado y condenado a entre 10 y 25 años de prisión. El doctor muerte, que había desafiado al sistema durante años, finalmente fue derrotado por él.

Desde la cárcel, no se retractó. “Prefiero morir preso que vivir sabiendo que abandoné a mis pacientes”, escribió en una carta.

Muerte y libertad

Kevorkian fue liberado en 2007 por razones de salud, con la condición de no volver a participar en actos relacionados con la eutanasia. Murió en 2011, a los 83 años.Su legado sigue vivo. Hoy, varios países y estados han legalizado el suicidio asistido bajo estrictas condiciones. Para muchos analistas, el debate no habría avanzado sin la figura incómoda del doctor muerte.

“La historia me absolverá”, dijo en una de sus últimas entrevistas. Y aunque sigue siendo una figura profundamente divisiva, su nombre continúa apareciendo cada vez que se habla del derecho a morir con dignidad.