Cristal Out vida y muerte de una víctima inocente
- domingo 16 de septiembre de 2018 - 12:00 AM
MATRICIDIO
Digna María Rodríguez de Márquez, trabajaba como cajera en el hotel Montreal, en Santa Ana. Esa mañana de octubre de 1992, Mariela Fernández Dávila, de 27 años, de nacionalidad venezolana, se sentó a la mesa y pidió un café, estaba acompañada de una pequeña rubia de un año de edad.
Cristal Out Fernández, era el nombre de la niña dorada, risueña y encantadora, tenía un parentesco celestial innato, como un ángel de los que aparecen en sueños vívidos de amor y ternura.
Entre sorbos de café, Mariela preguntó a Digna: ¿Quieres una niña? Sorprendida Digna respondió con otra pregunta: ¿Por qué quieres regalar a tu hija?
La madre respondió: tengo que trabajar y donde trabajo no la puedo tener, por eso prefiero regalarla. Mariela se dedicaba a la prostitución.
La entrega
Mariela acordó con Digna llevar al día siguiente a Cristal a su casa, ubicada en el Sector Sur de Tocumen, vereda Los Álamos, frente al aeropuerto, para entregarle formalmente a su hija. Había aceptado acoger en su hogar una nueva y bella criatura.
A primeras horas de la mañana de la segunda semana de octubre de 1992, Mariela se presentó ante el hogar de Digna y de su esposo, (hoy fallecido), Eliseo Márquez, y le entregó a la pequeña Cristal.
Antes que Mariela se retirara de su casa, Eliseo hizo que esta firmara un documento en que les hacía entrega de Cristal y que renunciaba a toda patria potestad y reclamos ulteriores. Mariela se comprometió, además, a enviarle 100 dólares mensuales para ayudar a la niña.
Nunca más, antes de seis años, la familia Márquez Rodríguez volvió a saber de la madre biológica de Cristal, Mariela.
La niña jugaba con los hijos de Digna y Eliseo, de forma normal y solo se enfermaba de resfriados durante la estación lluviosa, pasó una vida feliz, mientras estuvo al cuidado de su nueva familia.
El regreso
Un 13 de enero de 1997, Mariela Fernández Dávila, llegó y preguntó entre el caserío del Sector Sur de Tocumen, por la casa de la familia Márquez Rodríguez. Cristal no reconoció a su madre biológica, pero tampoco Mariela se acordaba de ella, de su imagen y su rostro.
‘Quiero que me prestes a tu hija Cristal para dormir tres noches con ella en un hotel', dijo Mariela a Digna. ¿Por qué en un hotel?
‘Aquí hay tres recámaras, se puede quedar aquí', respondió Digna.
Corazonada
‘Me puse sospechosa y una corazonada me hizo pensar que había peligro para Cristal', aseguró la madre adoptiva.
Digna tomó una bicicleta de Cristal y algunas pertenencias, las colocó en el bus colegial de su propiedad y se dirigió a una casa de campo familiar ubicada en La Mesa, corregimiento de San Martín, como para escapar de un peligro inminente y desgarrador.
Mariela se quedó en la casa con los demás miembros de la familia, desde el miércoles hasta el lunes, día en que regresó Digna.
En su libro: 'Cristal Out por siempre, vida y muerte', Marlene Márquez Rodríguez, hermana mayor de Cristal, relató algunas vivencias relevantes de esta historia.
‘La asesina, al ver que pasaron dos días y no llegaba Digna con Cristal, decidió por su propia cuenta buscar ayuda. Se dirigió donde un vecino cercano de la casa de mi madre, que siempre vivía en problemas, se convirtió en una de las personas que le dio orientación a la mujer, sin saber lo que ella tenía en mente, le sugirió que buscara a la policía', describe el texto.
El 16 de enero de 1997 , a las 8:00 de la mañana, Digna y Cristal regresaban de La Mesa, pero en Felipillo agentes de la Policía Nacional la interceptaron.
‘Cuando venía por Felipillo me pasó un carro adelante y otro atrás, me pararon miembros del Departamento de Investigación e Información Policial, (DIIP) y me comunicaron que estaba detenida por rapto de menores', aseguró Digna.
Disputa
Los policías de civil, visiblemente armados y con esposas policiales, le quitaron la custodia de Cristal a Digna y se la entregaron a la madre biológica que se encontraba en uno de los dos autos oficiales.
Primero llevaron a Digna a un cuartel policial en Tocumen y, seguidamente, al Juzgado de Menores, en San Sebastián. Años después se comprobó que hubo extralimitación de funciones de parte de los policías, pero nadie presentó la denuncia.
‘Cuando llegamos al juzgado nos atendió la jueza Rosenda Sarmiento y me dijo: usted gana ese caso de aquí a la China, porque usted tiene 6 años de tener a la niña. Ante esta declaración le pregunté: ¿pero no me van a entregar a la niña? Y me respondió: no, la niña se queda en el juzgado hasta mañana a las 8 de la mañana, cuando deberá comparecer aquí, explicó Digna.
La madre adoptiva de Cristal recuerda con encono y tristeza que, en ese momento que ella se retiró del juzgado, Mariela se quedó ahí con la juez y su secretario, Ariosto Ramos.
Contraviniendo la ley, Sarmiento permitió que Cristal pasara la noche en la casa de Ramos, en vez de cumplir con lo formulado en el Tribunal, de que la menor dormiría en el Tutelar de Menores, donde se tienen las condiciones para ese fin.
‘Al día siguiente, antes de las 8:00 de la mañana yo estaba ahí, pero cuando llegué Mariela se acercó a mi y me dijo ya me van a entregar la niña, tienes que firmar un papel, le respondí que no le iba a firmar ningún papel', recordó Digna.
‘En el juzgado la titular Sarmiento, me increpó señora Digna, se le agradece todo lo que ha hecho, pero tiene que firmar porque a la señora Mariela se le va a entregar a Cristal, le respondí que no iba a firmar", detalló la mujer.
‘¡Entonces te voy a meter presa!', casi le gritó Sarmiento con amenazadora severidad. Le respondí "bueno méteme presa pues'.
Pasaron las horas y en el juzgado todo se mantenía igual, ninguna de las partes cedía un ápice, pero con la llegada de Eliseo Márquez, esposo de Digna, las cosas cambiaron para siempre.
Eliseo aconsejó a su esposa para que firmara el documento, que además de entregarle la custodia definitiva a Mariela, iba a causar la muerte del pequeño angelito, como llamaron sus tutores por seis años a Cristal Out.
‘Con lágrimas firmé el papel, le entregué la niña y ahí terminó la vida de Cristal', rememoró Digna.
Rito satánico
El 18 de enero de 1997, Mariela Fernández Dávila, viajó a Costa Rica con Cristal, se hospedó en la habitación 11 del hotel Venecia en la capital josefina.
Fue el día 19 de enero que la mujer decapitó a Cristal, dentro de la habitación del hotel, para supuestamente obtener la juventud que había perdido con el paso de los años. Sin embargo, trató de justificar su proceder con trastornos mentales. Un rito satánico traído del viejo continente.
Cristal Out, de seis años, fue decapitada en el baño de la habitación del citado hotel a donde Mariela llegó con la pequeña, el día anterior, procedentes de Panamá.
El cuerpo fue descubierto por el taxista Alejo Berrocal Calderón, transportista de la comunidad de Orosí, en la provincia de Cartago, donde la acusada, al parecer, dejó el cuerpo de la niña. En esa oportunidad, el conductor sospechó de la mujer, pues las bolsas que llevaba a un basurero de río Macho estaban pesadas y tibias.
Las bolsas goteaban sangre. Pero Mariela no contaba que el taxista tras dejarla en la terminal de buses se desplazó hasta la policía para alertar sobre lo ocurrido.
Un equipo del Organismo de Investigación Judicial, OIJ, procedió a la detención de Mariela, mientras que el otro, inspeccionaba el sitio y daba con los restos de la menor, escondidos en dos bolsas plásticas y completamente manchadas de sangre, según datos judiciales.
La cabeza de la infante, que iba en una bolsa aparte, aún con la piel tibia, fue lanzada en el paraje de Orosí, rodó y golpeó con una roca que le causó una contusión en la circunferencia del ojo derecho y el rostro. El resto del cuerpo estaba dentro de una bolsa igualmente de plástico.
Sentencia
El 4 de diciembre de 1997 , a las 5:40 de la tarde, el Tribunal Superior Primero Penal, compuesto por los magistrados Gerardo Segura, Alcides Mora y Jeanneth Castillo, condenó a 35 años de prisión, (pena máxima para entonces), a la venezolana Mariela Fernández Dávila, por el homicidio de su hija Cristal Out.
La despiadada madre, escuchó la sentencia mirando el techo de la sala sin una muestra de remordimiento o arrepentimiento.
Mariela fue trasladada a un centro penitenciario para mujeres. Años después Digna conoció que las reclusas le habían arrancado tres uñas de sus dedos, además, era constantemente despreciada y vilipendiada por haber matado a su propia hija.
Rosenda Sarmiento, por su parte, fue objeto de un proceso disciplinario en la Corte Suprema de Justicia, que terminó con su destitución del cargo de jueza.