[Cuento] Charlotte

  • 07/12/2025 00:00

Una historia que enseña que las diferencias no impiden crear lazos verdaderos y que la amistad puede surgir donde menos se espera

Una coneja llamada Charlotte vivía a la intemperie cerca de un puesto de frutas, legumbres y verduras del cual comía manzanas y melocotones. Lo que más le gustaba eran las verduras, sobre todo las zanahorias.

Muchas veces se deprimía al sentirse muy sola. Se la pasaba jugando por los alrededores entre la hierba y las flores.

De estas prefería las chabelitas moradas. Su suave aroma le encantaba.

Un día nublado no supo cómo volver a ese lugar que era su refugio y, saltando de un lado a otro, llegó a una pequeña casa de techo rojo rodeada de muchos árboles de mango y marañón.

Se deslizó por la cerca. El frío de la noche la abrazó hasta el día siguiente.

Al despertarse con el canto del gallo, se percató de que Domi, un perro tan pequeño como ella, la observaba muy sorprendido.

¿Qué haces en mi casa? ¿Quién eres?

La coneja, muy triste, le dijo que no encontraba su hogar y no tenía dónde quedarse.

El perro la miró fijamente, le ladró y le hizo saber que no eran iguales a pesar de ser animales.

También le explicó que estaba seguro de que nunca serían amigos. Charlotte lo miraba moviendo sus grandes orejas.

A Domi le dio gracia verla hacer estos movimientos, y le ladró muy fuerte. La coneja se asustó y corrió con todas sus ganas, pero siempre mirando hacia atrás para ver la distancia a la que se encontraba el perro.

Después de media hora de estar corriendo y brincando, cayeron en un inmenso herbazal. Se percataron de que no tenían por qué ser enemigos y sí buenos compañeros de aventuras; a fin de cuentas, los dos estaban solos.

Se miraron de una manera muy tierna, como si se conocieran de toda una vida. Y de repente, se sentaron abrazados a contemplar el horizonte azul donde el astro sol brillaba con todo su esplendor.

Después de unos instantes de meditación, Domi le dijo a Charlotte muy suave al oído: “En realidad, me caes muy bien. Vivirás conmigo a partir de hoy y seremos amigos inseparables. Te defenderé de quienes deseen hacerte daño y, si un día nuevamente te pierdes, no me busques solo porque estés triste, búscame cuando todo en ti sea alegría también”.