Tiempo de Navidad
- domingo 18 de diciembre de 2022 - 12:03 AM
Estimados lectores, nos encontramos en un período de paz, armonía y felicidad, durante el cual las dagas de la discordia deben retroceder y guardarse, con la intención de entrar en un período de reflexión espiritual, que nos permita analizar las diferentes fases de la vida personal, política, social y económica de una forma distinta a la cotidiana. Es un tiempo que nos invita a identificar los aspectos positivos aún de aquellas situaciones totalmente adversas al sentido común.
Es importante que los seres humanos entendamos que estamos en las vísperas de la natividad del niño Jesús, período para conmemorar su llegada en nuestro corazón, familia, comunidad y el país entero. Es época de compartir en familia y de iniciar una nueva y mejor forma de vida, puesto que la palabra natividad involucra el concepto de nacer. Es decir, la natividad de Jesús implica el nacimiento de Jesús niño y esto conlleva al renacer de cada uno de nosotros. Esto quiere decir, que en este renacimiento debemos mejorar todos aquellos patrones de conducta que han sido tóxicos para nosotros mismos y para todas aquellas personas que nos rodean. Como, por ejemplo: vicios, comisión de figuras delictivas, tratos despectivos hacia nuestros familiares, amigos y personas en general, la comisión de actos de corrupción, entre otros. Esto implica realizar un exhaustivo análisis de conciencia y un mea culpa con respecto a nuestra forma de vida como persona y ciudadano. Pero, este autoexamen debe tener como resultado un verdadero cambio de actitud, a través del cual se observe una modificación de antiguos patrones de conductas contrarios a los principios morales, éticos y espirituales que debe tener todo ser humano.
Aceptemos humildemente, en nuestros corazones, las nuevas de gran gozo, que ha nacido en Belén, un salvador, que es CRISTO, el Señor. (Lucas 2:10-11). Sin embargo, debemos tener presente que este acontecimiento va más allá de las celebraciones suntuosas realizadas en un contexto de derroche en gastos materiales superfluos, los cuales dejan al final un cúmulo de deudas económicas y espirituales que se acrecientan en un cercano mes de enero, el cual se constituye en un violento encuentro con la realidad del diario vivir y los vacíos económicos ante el consumo desmedido del mes de diciembre. Es por ello, imprescindible tener una idea clara del verdadero significado de la navidad, el cual se traduce en una fiesta o reunión familiar en la cual celebramos el nacimiento de nuestro SALVADOR, JESÚS, el rey de reyes.
Por último, quiero hacer un llamado especial a la Junta Directiva que preside nuestro país, para que con la natividad del niño Jesús, también, hagan un mea culpa sobre la labor realizada durante estos cuatro años de trabajo. Todo esto con la finalidad de advertir qué aspectos faltan por mejorar y realizar en cuanto a los diferentes problemas sociales que aquejan a la población panameña, con relación a temas tales como: educación, salud, seguridad, cambio climático, administración de justicia, economía, crimen organizado, entre otros.
Cabe aclarar que reconocemos el trabajo realizado hasta ahora, aún con los grandes desaciertos cometidos. Sin embargo, falta todavía mucho por hacer y queda suficiente tiempo para enderezar el timón de este barco llamado Panamá y, con esto, evitar el resurgimiento de la historia del Titanic.
En uno de los tantos mensajes, dado por el Santo Padre, el Papa Francisco, este indicaba lo siguiente “No se trata de una fiesta sentimental, consumista, llena de regalos, pero vacía de fe. Esta fiesta nos invita a contemplar, por una parte, el drama del mundo, en el que el hombre herido por el pecado busca misericordia y salvación, y, por otra parte, la bondad de Dios que vino a su encuentro, para hacerlo participar de su bondad y de su vida”.
Estimados lectores, los invito a que cada uno de nosotros reflexionemos sobre el verdadero significado de la navidad y convirtamos a nuestro corazón en un gran y hermoso pesebre que de albergue al niño Jesús y con él, logremos el avivamiento del amor, la felicidad, la fe y esperanza, primero, en nosotros mismos; segundo, para convertirnos en antorcha de luz de nuestra familia, amigos, país y para todas aquellas personas necesitadas de amor.