Votemos a conciencia

La institucionalidad del país se resquebraja frente a nuestras narices. La Corte Suprema de Justicia, la Asamblea Nacional de Diputados, la Contraloría General de la República, el Ministerio Público, la Fiscalía Electoral; y ahora, la Unidad de Análisis Financiero, están bajo la mira, debido a las dudas acerca de sus actuaciones frente al poder del Ejecutivo.

La falta de independencia y el manejo de la información oficial termina en los medios de comunicación en forma de campaña sucia para agredir a quienes adversan en algún sentido a la administración de Gobierno.

La falta de seguridad jurídica y las garantías constitucionales se convierten en un arma peligrosa, que apunta al corazón del sistema democrático del país. La forma irresponsable y complaciente como se vienen manejando los asuntos en Panamá, termina por destruir con los pies todo lo bueno que se ha construido con las manos.

El creciente desarrollo económico y de infraestructura, los cuales llenan de orgullo a todos los panameños, muchas veces contrasta con la parte institucional, que, a su vez, tiene mucho que ver con la desproporcionada distribución de las riquezas.

Apenas, a 10 minutos de ese paraíso, también se puede ver la otra cara que existe detrás de ese imponente desarrollo, que nubla la visión de quienes prefieren mirar al otro lado, para no desencantarse del espejismo que ofrece el modelo de país.

Detrás de esa ausencia de garantías constitucionales, se produce la condena de una parte mayoritaria de la población, que deja de percibir las oportunidades por la falta de transparencia, que, a su vez, es alimentada por la codicia y la rampante corrupción de los Órganos del Estado que componen esta nación.

Los seres humanos justificamos nuestros demonios internos con el sistema social y político en el que nos desarrollamos, obviando que existen decisiones propias que rigen parte de nuestro destino. El próximo 4 de mayo a los panameños nos toca elegir con responsabilidad. ¡Votemos a conciencia!

*Periodista