- jueves 19 de diciembre de 2024 - 8:15 AM
Urgencia de empatía
La empatía se logra con la educación, dentro y fuera del aula. Es la mirada de compasión tanto hacia uno como para los demás . Implica un alto desarrollo de la inteligencia emocional para afrontar los desafíos presentes.
Debemos empeñarnos en desarrollar la empatía, pues está faltando en estos tiempos navideños, en esta patria tendida sobre un istmo de ese acostada. Lo percibimos en la ira y la soberbia rampantes, dos pecados capitales, presentes y que truenan como Pedro por su casa, nos acongojan y nos laceran.
La ira, como la alegría, es un sentimiento inherente al ser humano, pero representa su opuesto. Mientras la alegría construye, la ira destruye, vinculándose a la agresión y la mezquindad, convirtiéndose en una conducta autodestructiva y destructiva.
Asquean y nos atrasan los feminicidios, de los cuales ya se han registrado más de 10 este año en nuestra patria. La ira se relaciona con los sociópatas o incluso es imán para ellos. La ira nubla la mente: ira, iras, iracundo, irascible, iracundia, iracundo, rabioso, furibundo, arrecho (en el sentido venezolano o centroamericano).
Airar significa mover a la ira, una alteración violenta. Falta la empatía también en el soberbio: arrogante, vanidoso, engreído, aquel que no defeca ni está llamado a fallecer. Aunque lo abanica, jamás será eterno. No ha superado el juego infantil de quién lo tiene más grande. Uno siente vergüenza ajena.
¿Soberbia, para qué? Nunca terminamos de aprender. Maestro Sócrates nos lo anunció antes de que cantara el gallo. La educación, dentro y fuera del aula, es para toda la vida. En un mundo con cada vez más información, e indigesto de ella, exhibir soberbia es un despropósito.
Es ponerse la soga al cuello, matar su propia creatividad y su crecimiento personal. Creerse por encima de los demás y quedarse con un argumento oxidado y mediocre, sin posibilidad de enriquecerlo con los saberes y perspectivas de otros.
“Lo sé todo, lo tuyo es una locura, soy el mejor, soy el que tiene más neuronas”, aunque no pueda exhibirse el certificado de IQ. Ese es el pensamiento totalitario y, si tal pensamiento domina el poder y los podres poderes, entonces sí estamos jodidos.
Periodista, académico, profesor