- miércoles 01 de octubre de 2025 - 5:30 AM
Tiempos difíciles para la libertad de prensa en el mundo
En pleno siglo XXI, cuando la información fluye a velocidades nunca vistas, la libertad de prensa atraviesa una de sus etapas más complejas y es que el mismo entorno globalizado y digital que debería potenciar la transparencia y la rendición de cuentas, está siendo usado como terreno fértil para la censura, la manipulación y la violencia contra los periodistas.
En América Latina, el panorama es alarmante. México sigue siendo uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo, con asesinatos impunes que se suman a un clima de miedo y autocensura. En Nicaragua, la confiscación de redacciones y el exilio de comunicadores reflejan un control casi absoluto del discurso público. Incluso en democracias más estables como Brasil, la prensa sufrió hostigamiento político y campañas de desprestigio que buscaron socavar su credibilidad.
Europa, que muchos consideran el bastión de las libertades, tampoco está exenta. Rusia ha convertido a la prensa independiente en un blanco de persecución, encarcelando periodistas por informar sobre la guerra en Ucrania. Hungría y Turquía siguen modelos similares, donde el control estatal de los medios reduce al mínimo las voces disidentes.
En África, la situación combina censura y violencia. Eritrea mantiene un férreo silencio informativo sin medios libres, mientras que en Egipto y Etiopía se encarcela a comunicadores por cumplir con su labor de informar. Asia presenta un rostro aún más complejo: China perfecciona la censura digital y Afganistán, bajo el régimen talibán, limita severamente el periodismo, en especial el realizado por mujeres.
Incluso en Oceanía, donde se presume estabilidad democrática, se han registrado excesos preocupantes: redadas policiales contra periodistas en Australia y amenazas en Papúa Nueva Guinea evidencian que las presiones no reconocen fronteras.
Lo cierto es que el periodismo, más que nunca, se encuentra en una encrucijada. La violencia directa, el acoso judicial, la censura digital y la fragilidad económica de los medios dibujan un panorama adverso. Sin embargo, la prensa sigue siendo un pilar insustituible para las sociedades democráticas. Sin periodismo libre, la corrupción avanza en la sombra, las injusticias se silencian y los ciudadanos pierden el derecho a decidir con base en información veraz.
En Panamá, donde gozamos de relativa libertad de prensa en comparación con otras naciones, no podemos caer en la complacencia. Defender la independencia periodística, garantizar la seguridad de los comunicadores y fomentar un ecosistema mediático sostenible es tarea urgente. Si la prensa se debilita, también lo hará nuestra democracia.
Hoy más que nunca, es momento de recordar que sin periodismo no hay ciudadanía plena. La defensa de la libertad de prensa no es solo un asunto de periodistas: es una responsabilidad colectiva.
Periodista