- martes 24 de mayo de 2016 - 12:00 AM
La ‘Sinceridad' de las chicas en Curundú
La ‘sinceridad' de las razones por las que a juicio de las ‘chicas de Curundú', estiman que deben desatender sus compromisos personales, han generado reacciones de todo calibre. Y no esperemos que la censura pública afecte la forma de pensar de esas jóvenes, pues ellas están convencidas que les asiste la razón; el pago demandando es injusto, y nada las hará cambiar de parecer. Esas posiciones son disparatadas, sin importar que Ud. las justifique por la ‘ignorancia', o las repudie por ‘desvergonzadas'.
Ante el problema, intentaré colocarme a prudente distancia de una u otra postura, porque esas reacciones desatinadas, externalizan nuestra desquiciada identidad. Es que la manera en la que sustentamos nuestras exigencias ante el Estado, cada día desbordan los límites de la cordura y la sensatez fijados. Así entonces, las ‘chicas de Curundú' son un reflejo ampliado e íntegro, de nuestra sociedad. No hay quien no piense que merecemos el respaldo incondicional del Estado, en los casos en que nos asiste el derecho, y más aún, cuando pensamos que merecemos ser la excepción de la regla.
Solo para ilustrar, pasa a diario con el taxista que a pesar de que conduce con la licencia vencida, y piensa que merece un ‘chance'. Con el ‘militante‘político, que cree que porque ‘subió y bajo lomas' hay que darle un puesto con jugoso salario. El industrial, que cada vez pide más exoneraciones y subsidios para sostener una actividad insostenible. No se puede excluir la prepotencia de los poderosos que por sus lazos de sangre, se sienten que son herederos del poder político. Y lo más patético, nuestro deseo de que ‘saquen' a los extranjeros, pues se están beneficiándose del progreso económico de nuestro país, al desempeñar trabajos, que los nacionales nos negamos a realizar.
Es riesgoso juzgar con rigor la sinceridad de las palabras de las chicas de Curundú'; pues si lo vamos a hacer, tenemos que hacerlo con todos. Y reiteramos, los ejemplos sobran, pero los excesos de la marginalidad son inaceptables; los de los poderosos o los de la gente que está bien; si se exhiben en público, no revelan carencia de escrúpulos personales, ni insanidad moral.
* Abogado y docente
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La forma en que sustentamos las exigencias cada día se desborda de los límites de la cordura y la sensatez fijada.