- sábado 01 de marzo de 2014 - 12:00 AM
¿Y quién evaluó a los evaluadores?
Justificada preocupación ha causado el anuncio del ‘aumento condicionado’ a los educadores, pues se asemeja al truco de la zanahoria en el que con una mano se la enseña, mientras se esconde la otra detrás de la espalda, que empuña un garrote listo para descargarlo.
No es un secreto que los educadores están entre los servidores públicos con peores salarios. Cada aumento o ajuste conseguido por ellos ha sido fruto de confrontaciones con los gobiernos de turno.
Por ser el grupo gremial más numeroso —unos 45,000—, cuando se cuantifican sus demandas salariales, las cifras asustan a los gobernantes que, invariablemente las rechazan o las obstaculizan, como están haciendo ahora con la nueva invención, casi kafkiana, de las evaluaciones.
En términos simples, la nueva invención, apoyada desde la cabeza del Gobierno, puede resumirse así: si quieren recibir los aumentos anunciados, antes tienen que cumplir una serie de requisitos, impuestos unilateralmente por el MEDUCA.
Evaluar el desempeño y recompensar a quienes demuestran buenos rendimientos, como principio, no es malo. Pero sí lo es que los raseros se basen con criterios que se asemejan a ‘la ley del embudo: ancho para algunos y estrecho para otros’.
Desde que Cambio Democrático asumió el Gobierno, su máximo líder —en funciones de presidente de la República— ha concedido, con largueza, aumentos a quien le ha parecido. El caso más llamativo fueron los generosos aumentos concedidos a todos los niveles de la Policía Nacional, del Senafront y del Servicio Aeronaval. ¿Les pusieron condiciones o el cumplimiento de procesos de evaluación y rendimiento como los exigidos a los educadores? Por supuesto que no.
La responsabilidad de liderar la modernización de la educación panameña es del Ministerio de Educación. Por consiguiente, si ahora reconocen las graves deficiencias del sistema y pretenden que sean los educadores los que las asuman, el que ha fracasado es la entidad rectora y no los rectorados. Y, por ese hecho, que es patente, su autoridad para erigirse en evaluadores es más que cuestionable.
Los procesos de evaluación para que rindan resultados positivos requieren que los evaluadores sean los primeros en ser evaluados, para que se compruebe su idoneidad y jerarquía académica para juzgar y calificar. Y como está planteada la iniciativa de la Sra. Molinar, ese requisito no se ha cumplido. Por tanto, se justifica preguntar: ¿Quién ha evaluado a los evaluadores? Por ahora, lo dejo ahí.
* PRECANDIDATO PRESIDENCIAL INDEPENDIENTE