- viernes 06 de enero de 2017 - 12:00 AM
¡Qué huevo!
Cuatro invasiones militares y un enclave colonial de casi un siglo, han marcado las relaciones diplomáticas entre Panamá y Estados Unidos. Hoy, las heridas siguen abiertas, la comprensión más clara y el sentido entre lo bueno y lo malo en distorsión.
Esa falta de claridad entre lo correcto y lo incorrecto, precisan la impotencia del que menos tiene. Es precisamente, esa fuerza económica, conjugada con la violencia que provocan los intereses de los poderosos, la que indigna y denigra la conciencia nacional.
Desde la comprensión del mando, los privilegios que otorga la administración de un Estado, también conllevan responsabilidades. Al gobierno de turno le tocó la tarea de lidiar con la inclusión de los periódicos La Estrella de Panamá y El Siglo en la Lista Clinton. No tenía que ser una labor de su agrado, pero era su responsabilidad.
No se trata de Abdul Waked ni de sus negocios, sino del único grupo de medios impresos que no ha tomado partida a favor o en contra, durante las tres últimas administraciones de gobierno. Un talón de Aquiles, que sin más, muchos estarían complacidos por su desgracia.
Me tocó la responsabilidad de asumir como editor de Política, durante el cambio de administración de La Estrella de Panamá, a pocos meses de ser adquirida por Waked. Tras mi partida de Grupo GESE, fui invitado a colaborar como columnista de estos medios, principalmente, de El Siglo, con una columna todos los viernes, desde hace varios años.
Por caer viernes, presuntamente, el último día de vida periodística de El Siglo y La Estrella, me tocó escribir las últimas palabras, ante la posibilidad de que se desconecte definitiva la rotativa. Vivimos nuevos tiempos, donde los sistemas financieros funcionan como bombas atómicas, a través de listas.
No es cierto, que lo que enfrenta El Siglo y La Estrella de Panamá sea solo un tema entre una empresa privada y el Departamento del Tesoro, como tratan de inferir algunos funcionarios. En el fondo, lo que hay, son intereses económicos y rejuego político.
Periodista