• martes 04 de octubre de 2016 - 12:00 AM

‘Ocultando nuestras virtudes'

Los pueblos ‘civilizados' duermen y despiertan teniendo en mente perfeccionar el trabajo que con ahínco día a día realizan

Hace algunos años, me sorprendió que mi hija se negara a lucir la cinta tricolor, esa que identifica al selecto grupo de estudiantes ‘sobresalientes', en los desfiles de fiestas patrias. La razón, era más inexplicable; simplemente no quería que sus amigos la molestaran. Pero, ¿por qué la habrían de molestar? El incidente pasó desapercibido, y hoy no recuerdo sin marchó con el honorífico listón o no.

Más reciente, un menor privado de libertad; a la sazón, buen estudiante a juicio de sus profesores, prefería mantener en secreto este detalle, pues en la calle tomarían a mal el cambio.

Dos ejemplos a las que le podríamos sumar miles más, de personas que se ven en la situación de cohibirse a exhibir sus atributos o acciones meritorias, pues quedará expuesto a la avalancha de críticas y descalificaciones, de una sociedad más temprano que tarde, de sus virtudes hará ‘ropavieja'.

La paradoja es que los corruptos y maleantes, se consideran merecedores de todas las consideraciones, y sin ser indultados por la sociedad, pretenden quedar al frente de las luchas reivindicativas y democráticas, contando para ello con todos los espacios mediáticos. Los pueblos ‘civilizados' duermen y despiertan teniendo en mente perfeccionar el trabajo que con ahínco día a día realizan, aun cuando sepan que no alcanzarán la anhelada perfección.

Si todos exhibiéramos con orgullo nuestras virtudes, de seguro que la meritocracia reinaría en nuestra sociedad, los mediocres escaparían de la vista de todos, y se ocultarían en la más profunda de las cavernas, y la luz del conocimiento iluminaría las calles y caminos del país. En todas nuestras casas guardamos con recelo, tesoros familiares que deberíamos compartir, atributos heredados que enterrarían la idea nefasta de que somos un pueblo irresponsable, y que nuestro destino final es vivir sometidos al capricho de los poderosos.

No se promueven concursos de cualidades dignos de imitar, pero sí se rinde culto, a la oportunidad que nace por ‘jugarle vivo' a todos. Sintiendo vergüenza de lo bueno que somos y sintiendo orgullo de la pillería, el país se lo tomarán ‘en breve', los extranjeros.

Abogado