- miércoles 26 de diciembre de 2012 - 12:00 AM
Nochebuena en el pueblo
L legó la Navidad y también la Nochebuena cuando todo es ilusión y alegría, pero en realidad es una fiesta de contraste, porque existen dos Nochebuenas, bien diferenciadas. La Nochebuena para los que en sus hogares lo tienen todo y la Nochebuena en la adversidad para aquellos que carecen de lo más elemental.
La Nochebuena en el alma para los que en esta noche hermosa gozan de salud y bienestar; y la noche mala en el alma de los que sufren enfermedades y privaciones.
La Nochebuena es la fiesta de los niños, pero también es la fiesta de los grandes. En mi juventud, la Nochebuena transcurría animada y feliz. Las calles principales del pueblo se llenaban de gente, que venía de cercanos caseríos, a celebrar la Navidad. Con motivo de esta celebración el cura de la iglesia organizaba, en la plaza, un variado número de fuegos artificiales y globos de colores (construidos con papel) a los que se encendía una mecha en la parte inferior, los cuales iban elevándose en el cielo de la noche, hasta perderse de vista. Esta era una de las principales atracciones de la Nochebuena en el pueblo, pero como la celebración de la misa del gallo era a la medianoche, la calle principal, desde temprano, se llenaba de gente vocinglera y de vendedores de refresco y dulces de toda clase, que con sus gritos, le daban colorido, alegría y esplendor a la fiesta navideña.
Hoy, debido a los avances de la ciencia, la Nochebuena en nuestros pueblos no tiene el mismo encanto que muchos de nosotros disfrutamos en el pasado. En esos tiempos, la vida era más tranquila, no se conocía el internet, la computadora, ni el teléfono móvil ni el sistema de cable; la televisión empezaba a conocerse, y la gente no tenía modo de divertirse ni de gozar de un sano esparcimiento, a no ser un pequeño cine en un pueblo, donde una o dos veces por semana se proyectaba una vieja película; y en las celebraciones locales, un baile, una fiesta de toros, una feria o una venta de comida al aire libre; esas eran las únicas diversiones sanas en nuestros pueblos. Hoy, me parece que la Nochebuena no tiene el mismo atractivo de nuestros años juveniles que se fueron para no volver. Pero es porque estas fiestas sencillas de la Navidad, ya no llaman la atención a las nuevas generaciones ni a la juventud, habiendo tantos adelantos a su disposición, que nosotros, en nuestro tiempo, no soñábamos tener.
*ANALISTA POLÍTICO