• domingo 05 de septiembre de 2021 - 12:00 AM

Un monumento a la memoria histórica 

En Panamá, como decía Diógenes de la Rosa, los panameños somos desmemoriados

Pasaron los 500 años de la fundación de la Ciudad de Panamá y las autoridades nacionales, los grupos cívicos, sindicales, gremiales, empresariales y mucho menos las agrupaciones políticas, que en sus discursos hablan del amor al pueblo, levantaron un monumento a la memoria de esas huellas de los panameños, forjando la nacionalidad que todos llamamos la panameñidad.

Ahora los panameños estamos en las vísperas del BICENTENARIO DE NUESTRA INDEPENDENCIA DE ESPAÑA, como lo estuvo el Perú, lo tendrá Centroamérica y México en septiembre y Panamá en noviembre. Las tribus humanas, como los pueblos con memoria histórica celebran y conmemoran aquellas fechas que les permiten recordar sus huellas, entre ellas sus derrotas y victorias frente a sus enemigos o bien acontecimientos gloriosos que honran a sus ciudadanos.

Es sorprendente ver, cuando uno viaja a países hermanos o países distantes, los monumentos levantados por esos pueblos que por sí mismo, hablan de sus grandezas, todas ellas esculpidas en mármol, piedra o bronce. Cantan sus victorias, recuerdan a sus poetas, científicos, inventores, guerreros, estadistas, sacerdotes o pastores, maestros. Esos monumentos les hablan a los niños y a los adolescentes, a los adultos y también a los extranjeros del amor de un pueblo por su historia. Hace que los que pasan o visitan el lugar sientan admiración o por lo mínimo respeto por los jalones de historia.

En Panamá, como decía Diógenes de la Rosa, los panameños somos desmemoriados. Vivimos negando el pasado por ignorancia o por miedo a descubrir las verdades. Sentimos que no tenemos nada que honrar o memorar. Para los panameños, no hay héroes, ni luchas que recordar porque todos están fabricados sobre mentiras. No hay grandeza en nuestro pueblo para la mayoría de los panameños. Preferimos cantarles las glorias a los extraños. Más conocemos las historias de Messi, Ronaldo y de otros deportistas que a los nuestros. Aplaudimos a los artistas de afuera y abucheamos y guardamos silencio con los del patio.

¿Cómo puede un pueblo forjar un país mejor, si despreciamos ese pasado que hizo este presente? ¿Cómo pueden los niños levantarse orgullosos de Panamà, sí ven a sus padres y adultos despreciar nuestra propia historia?

Cónsul en Lima ,Perú