- viernes 17 de febrero de 2017 - 12:00 AM
Mano dura
Todos los días los medios de comunicación informan sobre hechos delictivos, homicidios y actos de violencia, con lo que muchas veces se ganan la mala fama de quienes creen que vivimos en el país de las maravillas. Pero para los actores de la vida real que sufren a diario estas lamentables situaciones, solo les toca resignación frente al poco importa de las autoridades.
Que un grupo de maleantes con pistola en mano entren a un banco para robar y maten a la cajera, es un hecho repugnante como sociedad. Para nuestro sistema judicial la muerte de esta señora es parte de la estadística, pero lo peor se da cuando un funcionario encargado de seguridad nacional incluye a este ser humano en una cifra y minimiza su fatalidad comparando el número de homicidios con el mismo mes del año pasado.
Cuando todo parecía el peor de los días para los familiares de la víctima, ocurrió lo inesperado. Atrapan a los individuos, para luego soltar a tres de ellos, con una medida cautelar en la que solo acuden a firmar un par de días a la semana. Un juez de garantías estimó que una bala acabó con la vida de la señora y que solo uno pudo dispararla. ¿Y los otros qué fueron a hacer al banco?
Para estos días, como ciudadano comienzo a perder la fe en los programas de resocialización del gobierno. No solo dejé de confiar en el Barrio Seguro, sino que el Sistema Penal Acusatorio pasó de ser un símbolo de cambio en la justicia panameña, para constituirse en una mala idea en mi estructura mental.
Los ciudadanos nos sentimos inseguros y vulnerables. La delincuencia se toma el país y sentimos la indiferencia de nuestras autoridades. Soy del criterio de que no podemos retroceder en el programa Barrio Seguro, que hay ofrecer una mano al que quiera cambiar, pero con la otra mano debemos soltarle plomo al antisocial que pretenda vernos la cara.
Periodista