- domingo 08 de diciembre de 2024 - 9:15 AM
Madre mía, van tres años sin ti
En 2019 hubo dos momentos sublimes con cargas distintas de emociones y sentimientos. Ese 22 de junio vería las caras a quienes se habían graduado conmigo a finales de diciembre de 1974. Habían pasado 45 años de no tratarlos. Confieso que de momento no los distinguí por los cambios debido al verdugo llamado tiempo.
Cuando llegué a La Concepción, provincia de Chiriquí, se dio un acontecimiento que me partió el alma en mil pedazos. En la mañana del sábado 22 de junio, mi madre hizo esfuerzos para ponerse de pie.
Lo hizo con mi ayuda. Tenía 88 años. Su cara se convirtió en cascadas debido al torrente de lágrimas. Entre sollozos me dijo que lamentaba no poder servirme como en el pasado. ¡Hijo, el placer más grande es servirles y en tu caso prepararte tu ensalada de chayote con huevo y la chicha de tutifruti con leche! Al verla así el mundo se me desmoronó. ¡Ay, Fidelina, ay, madre querida! ¿Por qué la vida tuvo que llevarnos a esos pasajes sublimes?
Todavía te recuerdo como la mujer orquesta. ¿Cómo hiciste para atender, educar y alimentar a nueve hijos? Te veo en los momentos en que imitabas al Maestro Jesús multiplicando los panes y peces. Sé que tu dolor más profundo era mirar a los frutos de tus entrañas pedirte más comida, pero ya no había más en las ollas. En ese momento hiciste magia y se te ocurrió una genialidad. Al día siguiente, a la hora de la comida, serviste, en cada plato, solo la mitad de la porción diaria... cuando te pedimos más, nos serviste la otra. ¡En ese momento fuiste una sicóloga y matemática... con la misma cantidad mi estómago quedó satisfecho! Fue una obra de magia salida de la misma porción de comida. Sé lo mucho que sufriste por mis largos años de enfermedad. Intentaste protegerme al extremo... eso lo entiendo, pero no era lo mejor para mí. Tenía que demostrar que podía hacer lo mismo o más que mis hermanos.
Te veo cocinando mientras en la radio se transmitían las novelas por RPC. ¡Mamita, algún día estaré en ese cuadro escénico como actor!, le dije. Su respuesta fue... ¡Eres un chiquillo loco! A los pocos años me encontraba deleitándola con mis actuaciones en novelas como Julián Gallardo El Redentor, Kalimán, Tamakún y otras.
Su cara era de mucha felicidad cuando les comentaba a los vecinos de mis hazañas en la capital. Llevo más de tres años sin tu presencia física, pero todos los días te recuerdo cuando salen del cementerio mental las escenas más lindas de tu vida. La gente del pueblo sabía que a veces no teníamos qué comer.
Un día, una doña pudiente te pidió que me dieras en adopción, y tu reacción fue la de una leona que defiende a sus cachorros. ¡Gracias, mamá Fidelina González Cabrera, siempre estarás en el centro de mi mente y de mi corazón!
Mis reconocimientos para mi suegra Gladys Eugenia Amor por el cuidado de mis hijos. Iguales sentimientos van para mi esposa María Teresa Patiño Amor y mis cinco hermanas. Y con estas palabras extiendo mis felicitaciones a todas las madrecitas en esta fecha especial.
¡Les deseo un feliz Día del Señor, abrazos!