- martes 12 de julio de 2022 - 12:00 AM
La lucha popular en tiempos de crisis
Con afirmar que dentro de la sociedad panameña los ricos y pobres viven enfrentados, no incitamos a la lucha de clases. Las mayorías populares lo intuyen, y frente a los problemas sociales, se prefiere relacionar sus causas a la incapacidad del gobernante de turno, y no a maniobras políticas de los poderosos.
Es característico del sistema, el desbalance entre el salario del trabajador y el costo de la vida. Históricamente la búsqueda de un punto de equilibrio entre ambos extremos, es la base de la lucha permanente para el movimiento popular y también la base de la demagogia politiquera.
Le sobra justicia a las manifestaciones ciudadanas de los últimos días, exigiendo que el gobierno que tome medida para frenar el alza descontrolada del precio del combustible, lo que de paso detendría el alto de costo de la comida.
Por la cantidad de intereses vinculados al asunto, no creo que con “un plumazo” sancionando una ley o aprobando una decreto se logre tales pretensiones. A conveniencia se puede aceptar o no que el problema energético de hoy, no tiene conexión con los vientos de guerras que respiramos, con el espacio demandado por las potencias emergentes, en la que es uno de sus componentes, la rebelión social que se vive en la América india.
Muchos manifestantes piensan que pueden arrodillar al gobierno. Pero; ¿será así fácil doblegar al empresariado? No lo creo, y sin que ninguno de los manifestantes se sientan perdedores, la salida al problema ha de ser negociada y a largo plazo. No creo acertado propiciar una salida de fuerza, pues como reacción provocaría el acrecentamiento del desempleo y la profundización de la crisis nacional.
Si las motivaciones “de más de uno” de los dirigentes están comprometidas a “agendas políticas ocultas”, o con la vista puesta en las elecciones del 2024, de seguro que las posturas se podrían radicalizar, y al llegar a ese callejón sin salida, en el que “la cura podría ser peor que la enfermedad”.
La gravedad del problema energético obliga al diálogo con una visión de país. Los extremismos agudizarían los problemas, y al final gobernantes, empresariado y las mayorías, inevitablemente seremos perdedores.
Abogado