Las madres se merecen más de un escrito

Todas las muertes duelen, de eso no hay duda. A medida que pasan los años nos llegan informaciones sobre luto y dolor en algún lugar donde nos movimos de niños. Tengo 69 años y a esta edad es difícil decir... ¡por fortuna tengo a mi madre viva! La mía partió hacia el infinito en plena pandemia. Fue en la madrugada del 17 de abril de 2021 que recibí la noticia sobre su muerte. Ella dejó de respirar en la noche anterior. Y miren las paradojas de la vida, se fue el mismo día que parió a su primera hija, la inmensa Analís Hernández González viuda de De Arco.

Casi siempre escribo mis dos apellidos. Si bien el paterno va de primero por asuntos de protocolo legal, admito que el materno es el más importante para mí. Y no es que menosprecie el trabajo que hizo mi progenitor Felipe Hernández Talavera. Él fue tan grande como mi adorada Fidelina González Cabrera. De algo estoy muy seguro, ambos contribuyeron en la formación de nosotros, sin embargo, el mayor peso lo llevó mi reina, mi emperatriz.

Dicen que cuando uno está casado, el título de reina lo ostenta la madre y no la esposa. A partir del 16 de abril de 2021, y con el fallecimiento de mi Fide adorada, ahora el cetro de reina lo lleva otra madre extraordinaria... la incomparable María Teresa Patiño Amor.

Por ese papel importante en la sociedad, por esa dedicación para con tus padres, hijos, hermanos y esposo hoy te agradezco madre querida por los muchos años que estuviste a mi lado. Siempre será un orgullo repetir y repetir... Gracias mamá por alojarme durante nueve meses en el mejor hotel del mundo... ¡tu vientre! Bendita seas siempre.

Feliz viernes soleado y Dios nos bendiga.

Docente universitario