• martes 15 de marzo de 2022 - 12:00 AM

El lado oculto de la democracia 

La democracia dio sus primeros "pininos" sobre una vereda asfaltada de cadáveres

La lucha contra el gobierno militar concertó el esfuerzo de las mayorías para eliminar la “dedocracia”,   proponiendo en su lugar el retorno elecciones y partidos libres,  como garantía de la escogencia de gobernantes honestos y capaces. Tal  propuesta  potenciaba el valor del voto, y aseguraba el respeto de la voluntad del hombre libre. Vistas así las cosas, valieron la pena  los riesgos asumidos  de grupos universitarios de la época, los que a pesar de todo, sucumbirían precisamente en las elecciones de 1984.

La democracia dio sus primeros “pininos” sobre una vereda asfaltada de cadáveres, dando inicio al proceso de deformación  política que sin rubor son exhibidas en los últimos 30 años. Se creyó que era suficiente plasmar jurídicamente una  “igualdad formalista” del ejercicio de los derechos   políticos  de  “elegir y ser elegidos”, dejando este encargo a la una codificación y una jurisdicción electoral especial.

Paradójicamente, la experiencia ha mostrado la nefasta cara oculta de la democracia. Dado el final inconcluso de los reiterados escándalos públicos acaecidos en las inscripciones de los partidos políticos o de candidaturas  independientes; en  la compra y venta de votos,  y en  la absoluta incomunicación existente entre “elegidos y sus electores”, pareciera ese el  precio que la sociedad panameña debe  pagar resignada, para seguir viviendo bajo el imperio de la “santa” democracia.

Allí están vigentes esos  antivalores que anulan el sentido cívico de nuestros jóvenes, de cuya fortaleza hay que culpar a la educación  formalista,  que sobrevalora el dominio del texto, y  subvalora  la formación de la consciencia crítica. De una salud pública preocupada en  sanar y no en prevenir, y de la vigencia  de  una fuerte cultura laboral, formadora de  obreros. Estamos dominados de  valores que por  vías inocentes y tractivas, incitan a nuestros jóvenes a desligarse de toda forma de autoridad.

Cada quinquenio son miles los jóvenes “con cédula, a los que poco importa la “democracia”.  Creemos que convencieron  a nuestros jóvenes de que el triunfo no es hijo del esfuerzo, y de que no sirve el consejo los adultos, pues solo te enseña a disfrutar de lo “bien habido”. ¿En este fue en lo que terminó la anhelada democracia panameña?

Abogado