• martes 17 de mayo de 2022 - 12:00 AM

La confianza

La Sociedad Panameña debe aprender a reconocer sus propios errores

La Real Academia de la Lengua Española, le da diversas acepciones a la palabra “confianza”, y la que más se acerca a lo que queremos expresar es “Esperanza firme que se tiene de alguien o algo”.

Nuestra Constitución Política, dispone en su Artículo 2 que “el Poder Público sólo emana del pueblo. Lo ejerce el Estado conforme esta constitución lo establece, por medio de los Órganos Legislativos, Ejecutivo y Judicial, los cuales actúan limitadamente y separadamente, pero en armónica colaboración”.

Son estos 3 Órganos del Estado, que con el paso del tiempo han logrado perder esa confianza que deben tener los asociados o residentes de la República de Panamá en ellos. Es decir, que la Esperanza firme que se tiene en ellos se ha perdido.

Cada vez son más frecuentes las voces de criticas y rechazos contra la forma en que se dirigen dichos Poderes del Estado, sin que ellos mismos rectifiquen y corrijan su actuar.

Una gran parte de la nueva generación, han disipado el interés de participar en la vida pública mientras que la otra, simplemente exhiben el deseo de poder y riqueza que pueda representar ocupar un alto cargo con poder y mando.

La Sociedad Panameña debe aprender a reconocer sus propios errores, y de esa manera plantearnos lo que podemos hacer para mejorar nuestros problemas, ya que los diagnósticos y propuestas salidas de “una sala de situación”, que nos ofrecen quienes ostentan el poder, conciben las angustias sociales como un laboratorio y ofrecen unos paliativos temporales que no solucionan el problema convirtiendo a nuestra país, y a su población en “la Casa de un Hamster”.

Todo esto, nos obliga a despertar de la zona de confort en que nos tienen entretenidos, esa área de bienestar artificial en que nos dicen “comes cuando quiero que comas, estudias cuando quiero que estudies, y vives cuando quiero que vivas”.

¿Es esto lo que queremos para es resto de nuestra vida? o simplemente permaneceremos encerrados en “la Casa del Hamster”, haciendo piruetas y recorriendo el mismo camino una y otra vez sin lograr un resultado diferente que nos permita mejorar nuestra condición de vida.

Debemos aprender de nuestros desatinos, y buscar nosotros mismos nuestro propio bienestar. No podemos permitir que nos digan cómo vivir, ni que nos diseñen nuestra forma de vida.

La tolerancia histórica que ha tenido nuestra sociedad, nos ha enmarcado como un país pacífico y que ha sabido sobrellevar todos los actos realizados en su contra.

Pero no significa, que todo esto será para siempre. Depende de nosotros dar el primer paso para exigir al Estado reparar esa confianza que han perdido sus ciudadanos.

Solamente de esta manera podremos lograr tener más cerca de nosotros, una mejor salud, seguridad, economía, educación, trabajo y cada renglón necesario para que este país camine, de tal manera que la riqueza y sus beneficios lleguen a todos.