- viernes 11 de febrero de 2022 - 12:00 AM
Gimnasios
Desde los años 80 he tenido una relación amor-odio con los gimnasios. He sido testigo y sufrido el rechazo, las miradas de reojo y la clásica ignorada de los entrenadores por no ser la buenona del combito. Ese el motivo por el cual muchas personas abandonan los gimnasios sin lograr mejorar su salud. Solo dos veces he tenido buenas experiencias y hoy, por suerte, estoy disfrutando de una de esas.
Me divierte tratar de seguir el ritmo a las jovencitas en las clases de Shake it donde estoy aprendiendo a perrear a mis casi 58 años; También me encanta como Abdul nos presiona hasta que logramos sacar las fuerzas que desconocíamos tener, pero a veces, de tanto reírnos con sus gracias se nos cae el balón y no podemos hacer los abdominales. En cuanto a las pesas, conocí a un chico con edad para ser mi nieto que me aguanta mis preguntas, mis cuentos y pasa por alto el hecho que nunca recuerdo qué rutina debo hacer, cosa que recuerda cada vez que necesito. Ah y el yoga, si porque hago de todo, creo que es lo más difícil; mi profesor tiene más paciencia que Job y realmente está convencido que algún día lograré pararme de cabeza.
Nada es perfecto, hay cosas que no han cambiado como, siempre hay quienes van a exhibirse y ni hablar de los acaparadores de máquinas quienes, después de 5 movimientos, se quedan pegados al celular 10 minutos y no te dan chance pues ellos “la están usando”.
Entre los contras que ha traído la tecnología confieso que me da risa ver que, son los hombres ¡quienes se toman selfies cada 5 minutos!
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