Las aspiraciones de Mr. Trump de retomar el control del Canal de Panamá, han puesto en evidencia el alto nivel de fragmentación política de la sociedad panameña. Poca atención se puso a los llamados de atención para frenar la corrupción, y el problema nos toma con un profundo distanciamiento entre el Estado y la ciudadanía.
No se ignoraba que las leyes aprobadas facilitaban la impunidad; que las condenas sólo las purgan los pobres, y que la administración se desgasta satisfaciendo las insaciables exigencias de sus aliados electorales. En esas condiciones nos toca resistir a la injerencia norteña.
Podrá decirse que como la lucha por la recuperación del Canal de Panamá la condujo un gobierno militar, el país la libró en condiciones desventajosas. Es innegable que la gran fortaleza de Panamá radicó en el apoyo que la comunidad internacional incondicionalmente le brindó al país. ¿Lo recibiríamos hoy?
Circulan a diario por los medios y las redes sociales una gran cantidad de mensajes con alto contenido patriótico. Sin embargo, salvo escasas excepciones, las militantes “fuerzas políticas y sociales” están pasando agachadas ante esta coyuntura.
Mientras tanto, el presidente Mulino, con todo en contra, le toca enfrentar en solitario a Mr. Trump. Creemos que es el momento para que “baje la voz”, y convoque al país a resistir a Mr. Trump. Tras un frente unificado es posible resistir a EE.UU. Entonces, ¿qué espera el Gobierno Nacional para llamar a la Unidad?
Eso se ve fácil, pero tiene un pequeño inconveniente. Ante la gravedad del problema que la nación enfrenta, los funcionarios en general actúan de espalda al problema, y lo peor, los excesos y abusos siguen a la orden del día. Creemos que no alcanzan a imaginar el impacto negativo que significa para Panamá, si los ingresos del Canal fueran a parar a tesoros ajenos.
No es obra de la casualidad, que en el país “nadie crea en nadie”. Con todo y eso, alguien debe dirigir la conducción política para defender por encima de todo que “el Canal recuperado en 1977, es y será panameño”. Mulino no tiene explicación válida para eludir el desafío. Si lo hace, la soberanía no quedará indefensa.
