- viernes 24 de marzo de 2017 - 12:00 AM
En penumbras
Sin dudas el apagón del pasado viernes, y la réplica de este martes, del supuesto ‘fenómeno' eléctrico, es una muestra clara de las consecuencias de la corrupción estatal. Todos sabemos que no fue ningún evento paranormal, ni mucho menos un hecho fortuito. Las capitales del mundo no pueden estar sujetas a este tipo de situaciones, por las graves consecuencias y repercusiones en materia económica y de seguridad nacional.
La fragilidad de nuestro sistema eléctrico, va relacionado con los costos de inversión vs el precio real de dichas inversiones, conjuntamente, con el valor pagado por el mantenimiento, y la calidad del mismo. El mercado eléctrico nacional fue un fiasco mientras lo administraba el Estado, sin embargo, todos los panameños eran consiente de las limitaciones y exabruptos, sobre todo, durante la época de la dictadura militar.
No obstante, durante el proceso de privatización del antiguo IRHE, el sistema eléctrico quedó repartido en monopolios sectorizados, por generadores sin sentido social ni ambiental, en la ligereza de un regulador sin facultades reales y por una empresa de transmisión que parece más un despachador de energía, que una entidad que garantice la seguridad energética nacional.
El periodo de vida de los equipos que estallaron, dependen de su especificación, de su calidad y del mantenimiento. Las centrales eléctricas son de importancia sensitiva, más aun, cuando se trata de aquellas que controlan el sistema de distribución energética de una ciudad. La falta de respuestas claras y oportunas por parte de las autoridades nacionales, deja un sentido de inseguridad a una población que no sabe reaccionar ante emergencias como estas.
Las pérdidas económicas son calculadas en millones de dólares, nada oficial. La cantidad de robos, situaciones violentas y de inseguridad, aún se desconocen. La falta de estadísticas y de respuestas oportunas, abren espacio a la especulación y a la desinformación que promueven el uso irresponsable de las redes sociales.
Los apagones, la inseguridad y el suministro de agua potable amenazan la tranquilidad del panameño.
Periodista