- jueves 08 de diciembre de 2016 - 12:00 AM
Dos Panamá
En América Central, Panamá lidera el desarrollo: primero en el índice desarrollo humano y primero en el ingreso per cápita. Por encima de sociedades más organizadas, incluso modelo de valores democráticos, como nuestra vecina occidental Costa Rica.
La inequidad, por supuesto, campea, y también estamos en el estrellato, en la región y en el continente. No hablemos de la miseria en las comarcas y en áreas urbanas, que, en conjunto, completan un millón de personas.
El desafío de nuestro tiempo, que tiene como principal rival la corrupción, es disponer de las oportunidades, capacidades y posibilidades para afrontar ese flagelo. Con enfoques y objetivos directos, procesos y resultados. Más allá de las políticas oficiales, los ciudadanos deben ser proactivos par influir en el proceso que determina sus vidas.
Es la economía latinoamericana que más creció durante la última década, y que logró una reducción sustantiva de la pobreza y un aumento notable en el volumen de empleo (aunque persiste el subempleo, incluso en la esfera oficial); es la sociedad más abierta al mundo de nuestra región, en términos de inversión extranjera por habitante, del coeficiente de importaciones/exportaciones, o de las tasas de inmigración. Sume la operación del Canal y sus nuevas esclusas para transitar barcos gigantes, que mantendrán el liderazgo comercial de Panamá durante ‘el siglo del Pacífico'.
Dentro de ese Panamá pujante e insertado al mundo, hay el Panamá de los empresarios-trabajadores informales y de los barrios populares que crecen alrededor de las ciudades, el Panamá de los campesinos, el de las comarcas indígenas, el Panamá de los afrodescendientes, el de los jóvenes fuera de la escuela y sin trabajo (ninis, ni trabajan ni estudian), el de los niños y niñas desnutridos. Recuerde las imágenes de los buhoneros tratando de rescatar sus puestos en Calidonia. Economía ultrainformal y fea.
Periodista y filólogo