• jueves 17 de julio de 2025 - 12:01 AM

Dime cuál es tu nivel

Información, estímulos, realidad, decisiones, urgencias, fake, medio verdad, embuste. Cada uno lee el mundo desde su real gana. Hay quienes reaccionan al instante; otros reflexionan más. Algunos prevén las consecuencias de sus actos, mientras que otros quedan atrapados y absortos en la inmediatez. Arena en los ojos. Esta diferencia resulta del nivel de conciencia con que entendemos el mundo.

El ser humano transita por distintos grados de conciencia, desde la reacción instintiva hasta la comprensión profunda y ética del mundo.

Si desarrollamos una tipología de 5 grados, ¿en cuál te autoclasificas y ubicas personas del entorno?

Nivel 1: conciencia reactiva, dominada por el impulso. Relacionada con la región límbica. Terreno del grito, del golpe, de la respuesta sin filtro. Esos diputados...

Nivel 2: conciencia emocional. Las decisiones se basan en deseos o temores, pero aún sin reflexión profunda.

Nivel 3: conciencia racional. Permite analizar, anticipar, calcular efectos. Con capacidad lógica y sentido práctico, pragmático, adultos funcionales encajan en este nivel.

Nivel 4: conciencia empática: el lugar del otro. Qué ocurrirá, cómo se sentirá. El poder del idioma, del silencio, del gesto.

Nivel 5: conciencia trascendente. Piensa en generaciones futuras, en el sentido profundo de las cosas, en el equilibrio del mundo. No es exclusivo de místicos y/o filósofos; puede encontrarse en un campesino sabio, en una madre sabia, en un comerciante, en un lector profundo.

¿Qué influye para que eleve la conciencia? La experiencia, el dolor, la educación, los libros, la escucha. Segmento considerable no escucha al otro.

Cuando una sociedad pierde la capacidad de anticipar, cae en la trampa del cortoplacismo. Cuando un lector no conecta con lo esencial del texto, apenas roza la superficie. Nuestro reto, como lectores de oficio, también de la realidad tan enmarañada y compleja, no es acumular páginas, sino leer con todos los niveles de conciencia despiertos. Leer con razón, emoción, empatía y visión. Predecir y entender el alma del mundo. Por más enrevesada y sesgada que nos resulte.